Opinión

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Predicciones. Agüeros políticos del horóscopo ideológico patrio para los próximos doce meses del «calendrier républicain et révolutionnaire» españolito. Prosigue el exitoso plan anual para acabar con la monarquía, el cristianismo y el sistema métrico decimal. Según los augures, en 2021 surgirán modas que marcarán vías morrocotudas hacia un futuro más borroso que las anginas de una hormiga. Será tendencia acusar al enemigo de tachas pavorosas súper antisociales, tía. Se llevará a rabiar, nunca mejor dicho, tener enemigos. Estimulados por altas instancias agitadoras que nos tocaron en las urnas, y nos tocan las gónadas, el común se sentirá impelido a poner un enemigo en su horizonte vital, o por lo menos en su arrabal. Sí, porque después de un confinamiento con mucha empanadilla compartida con la vecindad, mucho aplauso al anochecer y mucho baile de balcón…, lo que el año pasado de verdad nos dejó como herencia es haber entrado en los «locos años veinte del XXI» odiando y aborreciendo a todo aquel que no piense como nosotros. Y eso que el pensamiento, de momento, no se puede leer (sin ayuda de las redes sociales). Tener enemigos será un signo de distinción (ideológica), y habrá que arrearles duro. Aporrear al discrepante con palabras infrangibles y remendonas, hirientes como boliches con forma de punta de flecha. Se nos pondrá la saliva tóxica, pero no de coronavirus, sino de bacterial y consuetudinario aborrecimiento. Lo más «in» será militar en corrientes solidarias y anticapitalistas frenéticamente antirracistas que animen a robar iPhones y saquear el Aldy del pueblo. Entre los «Must haves» del nuevo año estará la lucha brutal por causas justas como la que aspira a acabar con la economía de mercado para comenzar a ser, por fin, una economía de mercadillo. Etcétera… Digamos que nos espera un año de lo más distraído, sobre todo para quienes tengan reservas (en el lomo o en la cuenta corriente) que les permitan seguir comiendo a diario, o darse un margen (no mortal) para adelgazar. Además, acostumbrados como estamos a confundir pensamiento con meras emociones, cada vez nos emocionaremos más y pensaremos menos. O sea, un planazo. Oyes.