Fuerzas Armadas

Un Ejército inseparable de la Constitución

No por sabido conviene repetirlo ante los ataques que muy oportunistamente reciben las Fuerzas Armadas: es la institución que más ha cambiado en estos últimos cuarenta años y la más respetada. Se ha formado un Ejército profesional, con la incorporación plena de la mujer –una ya ha adquirido el generalato–, adaptado a las exigencias de la defensa nacional y a los compromisos en las misiones internacionales. Es una de las instituciones más apreciadas por los ciudadanos, precisamente por su trabajo eficaz y discreto y su intachable vocación de servicio. Su papel estos días en los operativos contra la pandemia ha sido clave, poniendo por encima de todo, también de la veleidades políticas, los intereses nacionales. Nuestros Fuerzas Armadas tienen un firme compromiso con la Constitución, como bien especificado queda en el articulo 8 («Las Fuerzas Armadas, constituidas por el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire, tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional»), lo que supone supeditar el mando al poder político constituido. Así queda recogido: la Carta Magna determina que el Gobierno es el encargado de dirigir la política interior y exterior, la Administración civil y militar y la defensa del Estado. Por lo tanto, no hay duda de la absoluta lealtad a las instituciones democracias, por lo que resulta desmesurado y artificial airear las opiniones minoritarias de un grupo de militares retirados expresadas en un chat para esparcir la idea de que era un sentir mayoritario. Hay una parte del Gobierno, la que encabeza Pablo Iglesias y sus asesores en la materia, que ha participado de esta operación de intoxicación para dañar –otro peldaño más– a una institución clave en nuestro sistema. Lo dijo en su momento la ministra de Defensa, Margarita Robles, y lo volvió a repetir ayer en el acto de la Pascua Militar que una «insignificante minoría», ni «nadie tiene derecho y menos quienes en su día vistieron el uniforme de las Fuerzas Armadas a perjudicar el inmenso prestigio que tienen nuestros Ejércitos, con la plena conciencia y agradecimiento de la sociedad española».

La Constitución está en el centro de la estrategia política de quienes quieren acabar con ella para abrir un aventurero «proceso constituyente», y el Rey, cuya legitimidad procede directamente de los atributos que le concede la Carta Magna, es situado de nuevo en el punto de mira. Nuestro sistema democrático está bien engarzado en el orden constitucional y defenderlo es la garantía de una sociedad libre. Así lo expresó ayer Felipe VI como único camino para perdurar como una sociedad moderna, avanzada y en la que estén garantizados los derecho civiles.