Vacunas

Las vacunas y el letargo de la UE

Las vacunas llegarán tarde, porque las cosas se han hecho mal gracias a los elitistas políticos y funcionarios de la UE

No es bueno generar grandes expectativas, porque se hace el ridículo si algo sale mal. Hace unos años, un amigo me corrigió tras observar que con alegría quitaba importancia a la dificultad de resolver un tema que me habían pedido. Si se dice que está hecho, no se valora, pero si surge cualquier contratiempo se queda como un fantasma, un bocazas o un incompetente. Tenía razón. Desde la UE, la expresión más exquisita de una burocracia exasperante, hasta el gobierno de España pasando por todos los Estados miembros, se ha caído en el mismo error. Es verdad que, como siempre, la euforia y sus consiguientes excesos propagandísticos no tendrán un coste político, pero la realidad es que la campaña de vacunación es un fracaso. La Europa de los mercaderes ha negociado con las farmacéuticas con el patetismo, lentitud y cicatería habituales. El resultado es que no hay un suministro regular asegurado, la cantidad es insuficiente y la falta de dosis hace que algunas comunidades hayan tenido que suspender la vacunación. Otros países fueron más rápidos y no cayeron, por supuesto, en el error de intentar ahorrar algunos euros que luego se gastarán en sueldos, pensiones, gastos de representación y despachos para los sufridos eurofuncionarios que viven a cuerpo de rey.

Es difícil de entender que sucedan estos desastres en la zona más rica y avanzada del mundo, pero todo tiene su explicación en el mundo happy flower de Bruselas. El otro día salió Charles Michel de su letargo para arremeter contra las farmacéuticas. El letargo es una condición habitual de los políticos y funcionarios europeos. Muchos ciudadanos se debieron sorprender con su existencia, ya que pensaban que quien manda es la famosa Úrsula von der Leyen. Los europeos somos tan estupendos que tenemos un presidente del Consejo Europeo, que es el tal Michel; luego está la presidenta de la Comisión Europea, que es von der Leyen; y, finalmente, hay un presidente del Consejo de la Unión Europea que dura seis meses y es por medio de una rotación predeterminada. Ahora le toca a Portugal y el próximo semestre a Eslovenia. A España le corresponde en 2023. Con este lío de presidencias no hay que sorprenderse que pintemos poco en la política internacional. Por supuesto, no me quiero olvidar del profundo nacionalismo de cada uno de los Estados. La realidad es que, al final, nadie manda y todos tienen buenas excusas. Las vacunas llegarán tarde, porque las cosas se han hecho mal gracias a los elitistas políticos y funcionarios de la UE.