Política
Don Limpio se muda
Hay quien cree que a Pablo Casado le ha dado un ataque de pánico después de las elecciones catalanas y que no tiene a nadie alrededor que le haga razonar. Cataluña nunca ha sido una plaza cómoda para el PP pero, en esta ocasión, no solo han tenido un pésimo resultado sino un sorpasso de Vox.
La reacción del líder ha indignado a los populares críticos con su gestión y ha desconcertado a los que le apoyan. Casado ha condenado al PP antes que los tribunales y la marcha de la sede nacional en busca de otro local es la ratificación de que todo lo que dice Bárcenas es cierto.
Casado intenta huir con lo puesto, pero no se da cuenta que la mancha de corrupción se va a mudar con él, allá donde vaya, porque es el primero que ha asumido que Génova se ha construido sobre ilegalidades.
En realidad, es posible que ni siquiera sea consciente de que lo que ha hecho es anteponer su supervivencia en un partido maltrecho frente a intentar salvar el PP. En cualquier país con una democracia experimentada, el encadenamiento de resultados como los que ha tenido Casado desde que llegó a la presidencia, hubiesen concluido con la dimisión del líder.
Pero, muy a su pesar, el espejo de Casado es Sánchez y, si este no dimitió después de arruinar al PSOE en 2015 y 2016, el popular no ve razones para que hacerlo él ahora. Por eso se ha blindado, ha izado la bandera de la limpieza y quiere convertirse en intocable gracias a ella.
Cualquier intento de destronarle sería leído como un intento desesperado del viejo PP porque se propuso limpiarlo. La situación es endiablada, mantenerle como líder es hundirse más aún en el pozo porque Casado no tiene dotes de liderazgo ni grandes ideas que conecten con electorado, pero un ataque sería interpretado como un intento de regreso a la época de Bárcenas.
La competición de Sáenz de Santamaría, Cospedal y el propio Casado fue la manera de resolver la negativa de Núñez Feijóo a dar el salto. Al gallego le ha pasado lo mismo que en su día le ocurrió a Gallardón, que estaba tan convencido de su superioridad política que esperaba que le llevasen al liderazgo en loor de multitudes.
En política nadie es encumbrado por las buenas, el que llega es porque ha hecho todo lo que estaba en su mano para hacerlo y, además, ha tenido suerte. Casado sigue siendo líder porque le da permiso Feijóo, en el momento que dé la orden, se acabó lo que se daba.
Sin embargo, al presidente de la Xunta se le ha pasado el arroz para llegar a lo más alto, si diese el paso, es seguro que acabaría con la actual dirección pero no sería quien acabó con el desastre de los populares, sino quien liquidó a quien quiso alejarse de la corrupción. En el próximo cartel electoral de Casado se podrá leer: “vote a Don Limpio”.
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