Política
Sánchez e Iglesias, la extraña pareja
Con el triunfo del feminismo y el liberalismo, así como un ambiente más romántico, completado con películas y novelas, se abrió camino el amor
Es verdad que la política acostumbra a ser una especie de teatrillo, a veces con protagonistas de escaso talento, pero, en definitiva, un espectáculo. No creo que nadie en su sano juicio crea que Sánchez e Iglesias pasaron del odio al amor sin solución de continuidad. No son más que una extraña pareja unida por el interés, algo que era habitual en los matrimonios durante milenios. Con el triunfo del feminismo y el liberalismo, así como un ambiente más romántico, completado con películas y novelas, se abrió camino el amor. Hasta ese momento, casi nadie se casaba por esa razón, sino solo por interés.
Por supuesto, cuanto más encumbrada era una familia más importante eran las alianzas buscando el poder, la riqueza o la acumulación de títulos. Los nuevos ricos perseguían el ascenso social dorando con su dinero los blasones de los nobles empobrecidos. Hasta los Medici, una oscura familia de comerciantes y banqueros, consiguió encumbrarse al papado, ser los amos de Florencia y enlazar con la realeza casando a Catalina y María, respectivamente, con los reyes franceses Enrique II de Valois y Enrique IV de Borbón. El padre de la primera era Lorenzo, señor de Florencia, mientras que el de la segunda, Francisco I, era el II gran duque de la Toscana. Como escribió Quevedo: «Poderoso caballero es don Dinero».
Por tanto, si reyes, nobles y burgueses acordaban matrimonios sin amor es comprensible y asumible que Sánchez e Iglesias hagan lo mismo. Las dotes aportadas por ambos contrayentes son muy cuantiosas. Sánchez ha recibido un «reino» gracias a Iglesias, que se ha visto recompensado, junto a sus seguidores, con poder y prebendas. Nadie quiere volver a su vida anterior. Es verdad que el vulgar palacete de La Moncloa no es las Tullerías o el Louvre, los antiguos palacios reales franceses eclipsados por la magnificencia de Versalles, construido para mayor gloria de Luis XIV, mientras que el Galapagar de Iglesias no es el Palais-Royal de Philppe Égalité, el traidor duque de Orleans que votó la condena a muerte de su primo Luis XVI, pero no se pueden quejar de las dotes recibidas gracias a su matrimonio de conveniencia.
Tras la lamentable actuación de su «pareja» política, apoyando al caradura de Hasel y defendiendo a esa caterva de energúmenos, Sánchez se ha puesto del lado de la democracia y la policía. No significa distanciamiento, separación o ruptura, porque los matrimonios de conveniencia son, generalmente, indestructibles.
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