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Vida cotidiana

Se incrusta una joya en la frente para no perderla

Hermano Uzi, estoy contigo. Tu decisión solo demuestra madurez y responsabilidad

Un día, el rapero Lil Uzi se compró un anillo. Un enorme diamante rosa que le costó 24 millones de dólares y que ha estado pagando a plazos hasta 2017. Vale más que todas sus pertenencias, casas y coches, juntas, así que imaginen la felicidad de terminar las letras y poder enseñárselo a todo el mundo. Claro que, cuando uno ama mucho un bien material, teme perderlo. Así que Lil Uzi encontró una solución. Implantarse la joya, anclada al hueso, para llevarla siempre consigo. ¿Y qué mejor lugar que la frente para que todo el mundo la vea? Se sometió a una cirugía en el cráneo, que, según he mirado en internet, protege nuestra vida con apenas 8,3 milímetros de espesor. Pero era fundamental, según ha explicado. «Me conozco. Me despierto en lugares extraños y paisajes diferentes», dijo Lil Uzi.

Desde aquí quiero transmitirle todo mi apoyo al rapero. Echo de menos cuando me sucedían esas cosas a mí también, en los lejanos tiempos de los «afters». Mis amigos todavía se ríen de mí por algo que pasó una noche. Fuimos a ver pinchar a Jeff Mills y sucedieron muchas cosas. Centenares de cosas, solo que yo no las recuerdo en absoluto. Cuando me desperté, el vagón de metro hacía parada en Arroyo Culebro, una estación ubicada en un paraje que todavía no ha sido hollado por el Perseverance. Fue perturbador, pero inevitablemente ese nombre chingón, tan de «western», se quedó grabado para siempre como uno de los sucesos cumbre de mi vida. Aquel día regresé con mis pertenencias intactas, pero a saber qué podría haberme pasado si llevase encima un diamante de 24 millones. Así que, hermano Uzi, estoy contigo. Tu decisión solo demuestra madurez y responsabilidad. Para que luego digan que no tienes ni dos dedos de frente.

Elon Musk asegura que va a implantar ya microchips cerebrales a través de su proyecto «Neuralink» para que sirvan de tratamientos a lesionados neuronales y para frenar procesos degenerativos como la demencia. Adivinen quiénes son los primeros voluntarios: Grimes, su excéntrica mujer, y mi nuevo colega Uzi aseguran que, gracias a los chips, van a tener «el conocimiento de los dioses». Puede que, con el chip, el rapero ya no tema perder el diamante y lo extraiga de su entrecejo. Musk afirma haberlos probado en chimpancés y el resultado es que fueron capaces de jugar a un videojuego con la mente, sin usar las manos. A mí no me habría venido nada mal un chip de esos, pero no me interesa el conocimiento de los dioses. Tampoco me voy a instalar un colgador para las llaves, que nunca las encuentro. Pero me gustaría saber cómo demonios llegué a Arroyo Culebro.

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