Opinión

El vicepresidente de la agitprop

Sánchez tiene todo a su favor a pesar de la grave crisis económica que sufrimos.

No es cómodo tener a la oposición en el gobierno. Es la paradoja sorprendente de la coalición socialista-comunista. Pedro Sánchez es prisionero de una alianza donde sufre la permanente deslealtad de su socio. El problema es que la cabra siempre tira al monte y el acceso a los ministerios no ha hecho que Iglesias abandonara el activismo antisistema y la característica estrategia comunista de agitprop. Esta estrategia de agitación y propaganda surgió en la Rusia bolchevique. Es un hilo conductor permanente de la acción política de los partidos comunistas, como sucede con Podemos, para desestabilizar gobiernos y alcanzar el poder. La manipulación de las masas, las mentiras como fundamento para los argumentos y la utilización de los medios de comunicación al servicio del fanatismo partidista. Esto se une a los ataques a sus socios socialistas, algo que era previsible. No es extraño que se extienda la idea de que Iglesias es el vicepresidente de la oposición. Sánchez no ha dejado de ser socialdemócrata, pero es rehén de una aritmética parlamentaria endiablada donde no tiene los socios que realmente le gustaría. A pesar de ello, la sucesión de errores de Iglesias y su equipo le benefician, porque queda situado en la centralidad política.

Hubiera sido razonable un gobierno centrado con Ciudadanos, pero Rivera no quiso, o con el PP, siguiendo la estela de Alemania que son más sensatos que nosotros. Sánchez sólo tenía la salida de convertir a Iglesias en su socio preferente. Es bueno no reescribir la historia, porque la única alternativa que le dejaban era ir a otras elecciones. Hubiera sido un disparate. La cuestión es ver si tiene más peso el componente socialista o comunista. Algunos dirigentes socialistas se sienten molestos cuando se recuerda que no es un gobierno solo de izquierdas, esto no sería ningún problema, pero la realidad es que los socios se denominan comunistas. Y no es una cuestión baladí. Sánchez tiene todo a su favor a pesar de la grave crisis económica que sufrimos. El final de la pandemia se acerca conforme van llegando las vacunas. La alternativa está dividida en tres y no parece que consigan confluir a medio plazo. Finalmente, está la excentricidad de tener a la oposición sentada en el consejo de ministros. A pesar de ello, Iglesias no se puede permitir el lujo de romper, porque inmediatamente Sánchez convocaría elecciones y, simplemente, lo arrasaría. Camina con paso firme a conseguir los peores resultados que obtuvo IU.