Política
La regeneradora partitocracia
Como si no tuviésemos bastante preocupación con la pandemia y sus consecuencias en la salud, la economía y el empleo, los protagonistas del momento son los mismos partidos por sus cuitas diversas. La inacabable negociación acerca del gobierno del poder judicial a merced de filias, fobias, y vetos cruzados, traslada una poco honorable imagen de respeto a la independencia judicial.
No le va a la zaga lo que sucede con el otro poder fáctico –el televisivo–, saltándose todas las promesas regeneradoras habidas y por haber, lo que acredita que nuestro sistema político se ha convertido en una partitocracia: un gobierno de los partidos, más que de los ciudadanos.
Para que no faltara nada, en el Parlament de Cataluña se quiere aislar a la cuarta formación política, impidiendo su presencia en los órganos de gobierno de la Cámara, así como ignorar sus iniciativas no solo no apoyándolas, sino incluso evitando alusiones en sus intervenciones que pudieran darle oportunidad de réplica. Eso lo hacen los «antifascistas» de la CUP, Puigdemont y Junqueras, con apoyo del PSC de Illa y Sánchez y, por supuesto, de los comunes podemitas de Colau e Iglesias.
Todo esto daría ganas de reír, si no fuera patético. El antaño considerado «oasis» político catalán, convertido hogaño en un lamentable plantel de discordia entre la nueva dirigencia regeneradora. El ejemplo que se traslada a la gente está al nivel de quienes reivindican la libertad de expresión con Pablo Rivadulla –alias «Hasel»– de mártir de la causa.
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