Opinión

Dos infantas, un comisario y una farsa

Cuando Felipe VI accedió a la Jefatura del Estado por la abdicación de su Padre el Rey Juan Carlos, tomó una serie de determinaciones y operó una serie de cambios en cuanto a lo que se refiere a la Familia Real. Obsérvese que una cosa es Familia Real y otra familia del Rey. En general no reparamos en estos matices porque no hilamos fino o tenemos un desconocimiento meridiano de las cuestiones relativas a la monarquía; sin embargo hoy me permito aclarar estas definiciones para desembocar en un tema que se debe zanjar para dejarnos de divagaciones tan innecesarias como tendenciosas. La Familia Real española desde 2014 está formada por seis miembros, y ni uno más: el propio Felipe VI, su consorte, la princesa Leonor, la infanta Sofía, y los padres del Rey. Otra cosa es la familia del Rey, que son sus hermanas, sus primos, sus tíos y demás familia, que están libres de obligaciones oficiales y de cualquier suerte de protocolo. Dicho lo dicho, ¿a qué viene tanto mareo con que si las infantas Elena y Cristina se vacunaron de covid en Abu Dabi, lo mismo que ha hecho mucha gente? ¿qué demonios estamos cuestionando? Pero el caso es echar basura sobre la Monarquía, institución que nunca se ha visto tan vilipendiada como en este momento de la historia, gracias al chepas y su banda; gracias a Sánchez y sus pactos con el bolivarianismo y con el independentismo revolucionario. Ambas cosas están volviendo al país del revés, sobre todo a Cataluña que no hay ni quien la reconozca ni a quien le queden ganas de darse un paseo por las Ramblas, o por la Costa Brava, o por zonas tan bonitas que en otro tiempo hemos admirado tanto como disfrutado. Pero avancemos.

Villarejo ha salido de la cárcel con un look impactante: gorrilla de visera oscura monocolor, parche en el ojo a lo Moshe Dayan, aquel político y estratega militar que jugó papeles muy importantes en la guerra de los seis días y en la de Yon Kippur. O a lo capitán Garfio, enemigo número 1 de Peter Pan… Pudiéramos decir que el aspecto que lucía era un mix entre el uno y el otro, pero de lo que no hay duda es de que el comisario manda mensajes a través de su indumentaria, si bien no sabría interpretar el último con que nos ha obsequiado. El tipo tiene guáramo, que dirían los venezolanos para describir a las personas que con coraje, que no se les pone nada por delante, y aunque el juez le ha incautado propiedades por varias decenas de millones de euros, seguro que alguna sorpresita nos da. Tiempo al tiempo.

Luego está lo del fin de las armas terroristas, con esa puesta en escena de las apisonadoras convirtiendo en una filloa metálica esas pistolas, escopetas, rifles y ametralladoras con que ETA asesinó a casi mil víctimas. Pocos asistieron a la farsa convocada por Sánchez, quien no tuvo ni arte ni parte en el fin de la banda asesina. Bien al contrario, da bola a sus sucesores Bildu-etarras con prebendas y concesiones como la entrega de las cárceles vascas al gobierno de la región para que los que tienen las manos mojadas en la sangre de tantos inocentes vivan en el confort de su tierra, cerca de los suyos. Nadie relevante asistió a semejante patraña publicitaria del farsante Sánchez y de su escudero y paladín Redondo.

CODA. Almeida, ídolo de multitudes con todo merecimiento, estuvo colosal en El Hormiguero. Un sueño de muchos sería tenerlo a medio plazo en Moncloa. Dicen que los deseos, a fuerza de ansiarlos con intensidad, se cumplen. Pongámonos a ello porque los socios del Gobierno prevén elecciones para 2022...