
Internacional
El cohete chino
«Ocultarnos a nosotros mismos la sensatez de las cosas es perder el tiempo»
De pequeño, dibujar me gustaba con locura: el dibujo es el número en el espacio; quién dibuja bien, escribe bien con más facilidad. Luego, al crecer, me convertí en músico profesional: la música es el número en el tiempo. Partiendo de esas bases, me hubiera gustado también ser astrónomo puesto que la astronomía es, al fin y al cabo, el número en el espacio y el tiempo. Siendo hijo de los ochenta (que ya vinieron de por sí cargaditos de novedades) intentarlo me pareció excesivo y me conformé con las disciplinas anteriores, que no estuvieron nada mal. Por eso, no puedo menos ahora que preguntarme qué demonios les está pasando a los chinos para haber estado a punto de tirarnos un cohete espacial a la cocorota. Oiga, que aquí abajo vivimos todos y no se pueden lanzar frívolamente cosas al aire que luego van a volver a caer. Toda la humanidad estamos ya por fin correlacionados y da un poco de miedo ver la alegría con la que norteamericanos y chinos empiezan a considerar nuestras órbitas planetarias como el parquin de un área de esparcimiento rural. A este paso, la Vía Láctea estará pronto llena de papeleras.
Las órbitas elípticas de los planetas en torno al sol muestran una proporción de quince dieciseisavos entre su punto más cercano y el más alejado. Es la segunda ley de Kepler. Curiosamente, es la misma proporción de frecuencia de vibración de un semitono con respecto al resto total de las notas de la escala musical. Ni es coincidencia pura, ni es efecto de nada. Es simplemente una incidencia común por pura correlación. Ambas cosas tienen correlación, pero no causalidad. Si soy impaciente con todo este tipo de asuntos en los que se embarcan por simple competición codiciosa los chinos y los norteamericanos (o sea, los poderosos) es porque pienso que ocultarnos a nosotros mismos la sensatez de las cosas es perder el tiempo. Somos tiempo biológico; latidos de corazón finitos cuando la materia se desgasta y, por eso, nuestro tiempo, su calidad y su cantidad, es valiosísimo. Como para que te anden tirando millonadas de material aeronáutico a la coronilla.
✕
Accede a tu cuenta para comentar