Salud mental

El psiquiatra

Se llama Dani Martín y va al psiquiatra. Es actor, cantante, y vende millones de discos. Al principio cantaba en El Canto del Loco y ahora lo hace en solitario. Ha grabado duetos con muchos artistas y ha colaborado con los mejores. Es una estrella aquí y en un montón de países hispanoamericanos.

Es el hijo de Manolo y Carmen. Y el hermano de Miriam, a la que le gustaría contarle tantas cosas. Tiene rosácea también y por las mañanas (esas mañanas en las que apareces lleno de rojeces, los vasos sanguíneos dilatados, la cara hinchada varias y espinillas repletas de pus) suele enseñarlas. Y va al psiquiatra. El otro día contó en sus redes sociales que hay un lugar maravilloso, donde mejor se siente ahora, donde puede ser él y ser feliz: la consulta de su terapeuta.

Dani se pilló un avión para volver a abrirse en canal y lo hizo para sentirse otra vez tranquilo. Cuenta que es un paraíso silencioso donde llora, vuelve a su infancia, a sus tristezas y a sus errores mientras aprende a vivir con todo ello. Donde encuentra los puntos para crear conexiones, conocer de dónde le vienen algunos problemas y hallar su equilibrio. Dani no tiene enfermedad mental alguna. Sólo está viviendo, con todo lo que ello conlleva. Estoy convencida de que todos aquellos que, como Dani, vamos a visitar a un profesional de la salud mental, sentimos al leerle un sentimiento casi de hermandad, una sensación de alivio, un hilo invisible que nos hace reconocernos en sus zapatos.

Los que cruzamos aquella línea sin miedo y sin vergüenza, los que hablamos abiertamente de que en un momento dado no hemos sido capaces de caminar derechos, hemos entrado en su traje y en sus hechuras. Si no están bien, vayan a buscar a alguien que, como cuenta Dani, les pueda ordenar su trastero, lleno de cosas desordenadas que hay que limpiar, colocar, reciclar y otras que, después de darles varias vueltas, deben ir a la basura. Que Dios te bendiga muy fuertemente, Daniel Martín. De corazón.