Opinión
“Rascarse los huevos a dos manos”
La izquierda contempla los gobiernos como una inmensa máquina de colocación
El pensamiento único pijo progre hace que los chiringuitos políticos sean aquellos que decide la todopoderosa izquierda política y mediática. El gobierno socialista comunista ha creado muchos para colocar a amigos, amiguetes, compañeros de viaje y compadres. El más escandaloso es el recibido por el comunista Garzón. Sin ningún rubor convirtieron la secretaría general de Consumo en un ministerio. No se escandalizaron porque era uno de los suyos. La izquierda contempla los gobiernos como una inmensa máquina de colocación a la que se accede con el único aval del clientelismo. Por supuesto, pasan del mérito y la capacidad. No hay más que ver algunos miembros del gabinete. El ministro de Universidades, que es catedrático, es un auténtico alienígena que se regodea con su ignorancia y fanatismo. España está plagada de chiringuitos del PSOE, Podemos y sus aliados independentistas y bilduetarras. Ayuso decidió nombrar a Toni Cantó para dirigir la oficina del castellano que es una iniciativa coherente con su programa y compromisos electorales.
Esta decisión ha provocado la irritación de la izquierda contra su enemiga pública número 1 y el actor convertido en político, que tiene el estigma de no ser uno de esos progres forrados del cine y la televisión que votan al PSOE, Podemos o Más Madrid. El mayor estrambote lo ha protagonizado el alcalde de Valladolid, Oscar Puente, que me ha dejado estupefacto. No es más que un patán que se expresa con un lenguaje soez y vulgar propio de las tabernas de los barrios bajos de una ciudad portuaria. Es sorprendente que un vallisoletano solo sea capaz de decir que «va a cobrar 75.000 euros por rascarse los huevos a dos manos». Lo calificó, además, de ser un «mierda». He de reconocer que tenía una mejor opinión de Puente, que es un niño mal de familia bien, que para mayor asombro es abogado y su hermana es una prestigiosa y prudente fiscal. Esta incontinencia verbal es propia de su soberbia clasista. La desmesura de su reacción hace que quede en ridículo y sea un buen candidato para ser acogido en las actividades de la oficina del castellano. Valladolid ha dado magníficos intelectuales que han sido maestros del idioma. Puente no es más que un botarate que hace el ridículo y no se respeta a sí mismo.
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