Isabel Díaz Ayuso

Sánchez-Ayuso y un agujero negro

En la Moncloa barajan una infraestructura emblemática de obra civil para Madrid

Pedro Sánchez, «al mal tiempo buena cara», recibió ayer a Isabel Díaz Ayuso en la Moncloa. No es obligatorio, pero los presidentes del Gobierno suelen reunirse con los de cada Comunidad Autónoma cuando son investidos. También es habitual una audiencia protocolaria con el Jefe del Estado en la Zarzuela, algo que los catalanes Puigdemont y Torra eludieron para escenificar su rechazo a la monarquía española. Aragonés, hasta ahora, ha seguido por el mismo camino. La presidenta madrileña está en las antípodas de los «indepes». El miércoles rindió la visita ritual a Felipe VI, con quien conversó unas dos horas. Sánchez tiene poco que hablar con Díaz Ayuso, pero para el presidente el coste de un breve encuentro con la popular es menor que el impedirlo. La «lideresa» madrileña se ha transformado en una de las verdaderas piedras en el camino del líder socialista. Madrid se ha convertido, tras la victoria apabullante del PP en las últimas elecciones, en el agujero negro del PSOE, que se vio superado incluso por Más Madrid, el proyecto de Íñigo Errejón, ante la endeblez de la oferta socialista.

Sánchez tenía poco que ganar ayer y se limitó a cumplir el expediente. Díaz Ayuso, fiel a su estilo directo –descarado para sus rivales–, aprovechó la ocasión para hacer su política. «Mi Gobierno está aquí para cada español que necesite amparo, oportunidades, respeto y libertad», alusión al asunto catalán y mensaje para su clientela, actual y potencial, desde la Moncloa, rematado con una admonición a Sánchez: «Si sigue por este camino, tocará decidir o su futuro o el de España». El inquilino de la Moncloa aguantó el chaparrón mientras su equipo estudia una estrategia para que Madrid deje de ser el agujero negro del PSOE. La primera idea que barajan como gancho electoral, además de las habituales políticas sociales, es impulsar un proyecto emblemático para la Comunidad, quizá una infraestructura espectacular que fuera una seña de identidad madrileña. Es una iniciativa arriesgada y hay un precedente socialista fallido, el de la Esfera Armilar en 1991, pero en la Moncloa es prioritario salir del agujero negro de Madrid.