Alberto Garzón

Garzón, la cuota vegana

Garzón ha demostrado ser un filete poco hecho pero seguirá en la bancada azul

Cambio de Gobierno. Y ahí sigue Alberto Garzón. Se ha metido sin querer o queriendo en el matadero para que hagan con él un completo despiece del ridículo. Se diría que Garzón era discreto pero lo que le ocurría es que no tenía nada que contar y para una vez que le dan la oportunidad hace que las vacas al unísono se tiren pedos y enturbien aún más el aire contaminado con el que nace el nuevo Ejecutivo. Ahora tendrá que pagar la libra de carne de su propio currículum que exigía el judío Shylock al mercader de Venecia de Shakespeare. Garzón no solo tiene una deuda con el sentido común sino con los desfavorecidos que tanto defiende y estarían encantados de darle en la cabeza con una pata de jamón si luego pueden comérsela. Un ministro comunista, y de Málaga, poniendo en la picota la barbacoa y el chiringuito, como reza la canción de Georgie Dann, es como si un sueco maldijera al salmón y pretendiera salir vivo. Garzón confunde la ecología con el disparate. A su vídeo, un antológico «sketch» del club de la comedia, solo le faltó una imagen de la secta animalista que despide con besos y abrazos a los cerdos a las puertas de su cierto final. La carne es débil aunque en este caso es más bien facha. Convertido en sacerdote de la nueva religión verde quiere imponernos el brócoli y la lechuga por nuestro bien, españoles tan ingratos con la Naturaleza que somos capaces de devorar un ternero, no como los cubanos que no lo degustan porque tienen en cuenta el medio ambiente. Garzón es un Viernes Santo infinito, un potaje mental de Cuaresma que nos da bula algún día a la semana. Si la ministra de Igualdad se mete entre las sábanas del «sí es sí» y confunde la carne y el pescado, el de Consumo se apresta a analizar nuestros platos. El caso es meter el hocico. Las vacas le estarán agradecidos eternamente mientras ven pasar los trenes. Garzón ha demostrado ser un filete poco hecho que seguirá en la bancada azul, tierno regalo podemita, uno más de los urbanitas que quieren salvar el campo sin pisarlo. Tanto arroz para poco pollo. Cuota feminista, cuota LGTBI y cuota vegana falsa porque Garzón rima el chuletón.