Opinión

El cuaderno de Chapu Apaolaza: Un estado ex-cep-cio-nal

Notas del catorce de julio. Toque de queda, Pobre de mí y de Pedro Sánchez. Santa Nadia Calviño no quiere etiquetar al régimen cubano como una dictadura porque etiquetando se pierde mucha energía, que se lo digan a los reponedores. Para una parte del Gobierno, el castrismo no es una dictadura y para la otra, no es una democracia. Ahí queda Cuba, en mitad de dos negaciones. Da medida de dónde está mi Españita el hecho de que no seamos capaces de ponerle nombres a las cosas.

El Constitucional ha tumbado el primer estado de alarma porque tendría que haber sido de excepción. Las medidas de supresión de los derechos de los ciudadanos requerían más poder por parte del presidente, pero también  más control parlamentario. La ministra de Justicia asegura que el estado de alarma salvó 450.000 vidas, pero en realidad las salvó el confinamiento. El Constitucional no dice que las medidas no fueran necesarias, si no que necesitaban otro marco jurídico.

Recuerdo mucho aquel reino de silencio, de gel, de no sé cuántos grados de fiebre y de espanto. El mundo saltaba por los aires, la muerte tomaba posiciones en las barandillas de los portales de las casas y en los botones de los ascensores y nosotros buscábamos en internet el secreto para que suba bien la masa de los muffins. Aplausos, citas sobre el heroísmo, calles desiertas, sombras lejanas y pensamientos en descomposición.

Moríamos como chinches y el Gobierno lo estaba haciendo muy bien, eh. Tezanos preguntaba a la población: “¿Acaso no son preciosas estas medidas que toma el presidente?” Claro que una cosa eran las medidas y otras, la ley que las sustentaba. Pero si uno dudaba de si estaban encerrando a un país entero por la cara, se sentía como un ‘chalao’ de esos que forran el cuarto de baño de papel de plata para que la Nasa no les escuche los pensamientos que tienen cuando están sentados en el váter.

Las sentencias llegan al tiempo, como las multas y como el remordimiento. El estado de alarma era inconstitucional y lo hemos sabido un año después de que se levantara. La justicia es ciega, pero sobre todo es lenta como ella sola.

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