Política

Promesas

La promesa es la mentira más sincera que sale por la boca de un político

Las promesas políticas son anzuelos con que el poder entretiene a los votantes, que miramos tontilocos perdidos a esos cebos que nos colocan frente a la urna, olfateándolos golosos y distraídos, confiados, ilusionados, lerdos del todo a cien paradisiaco sugerido por el poder. Para ofrecer una promesa política, es esencial dar con una fórmula de éxito. Por ejemplo, dicen que fue el clarividente periodista Fernando Ónega quien se inventó la genial revelación que repetía Adolfo Suárez sin cesar: «Puedo prometer y prometo». Las promesas son recibidas como maná por el pueblo (antaño «el pueblo» podría haberlo encarnado un señor con gorra. Hoy sería un okupa con botas apropiadas para la patada en la puerta. Cómo progresas, Spain…). La promesa es la mentira más sincera que sale por la boca de un político, dirigida a su público, emitida en la esperanza de atraer nuevos votos. O, por lo menos, lo era. Porque hoy los tiempos han cambiado, y la gente ya no se conforma con promesas. Quiere hechos. De ahí que los poderosos hayan optado por certificar sus «promesas cumplidas», a pesar de que sigan incumplidas. Al fin y al cabo, ellos compulsan la realidad, desde su autoridad, diciendo qué es verdad o mentira. El poder tiene ese privilegio. Por eso veo desde la admiración más rendida la nueva campaña de publicidad (denominación que suena más piadosa que «propaganda») del partido en el gobierno, que tiene por lema: «Cumpliendo». En serio, estoy entusiasmada con esta sagaz acción de comercialización política que nos asegura que uno de los dos partidos del gobierno, el mayoritario, es cumplidor de sus promesas, que sus diputados cumplen, que el presidente Sánchez cumple. ¡Qué buen eslogan, qué grandes son los genios del marketing patrio!... Y solo en mitad de las noches más oscuras, cuando afuera ruge, en plena ignición, la masa de aire abrasador africano que nos envuelve como azúcar glas sobre un merengue de acíbar económico y sanitario, una vocecita muy molesta que hay dentro de mí, me pregunta: «Oye, pava, ¿cumplir don Pedro Sánchez? Pero si, por no cumplir, no cumple ni años: ¡si nació en año bisiesto!».