Cuartel emocional

Del odio a la farsa

La izquierda habla de odio cuando de forma permanente promueve la inquina a la derecha; son ellos precisamente los que fomentan la aversión hacia el PP y, sobre todo, hacia Vox

Se cree el ladrón que todos son de su condición, dice el refrán, y la izquierda habla de odio cuando de forma permanente promueve la inquina a la derecha; son ellos precisamente los que fomentan la aversión hacia el PP y, sobre todo, hacia Vox. Ciudadanos no existe, a pesar del embarazo de Arrimadas. No hay más que leer el panfleto basura de Pablo Iglesias -quien se mueve de aquí para allá con chófer y seis escoltas, ¡seis!-, publicado en una web titulada CTXT, ilustrado con una pistola como las utilizadas por los nazis hitlerianos, donde se habla del “españolismo más reaccionario”, de la “perestroika conservadora de Felipe VI” y lindezas por el estilo. Esta especie de “adolescente fosilizado” sí promueve el rencor entre la ciudadanía que solamente aspira a vivir en paz, a que no nos fundan a impuestos y a que la electricidad pare ya su escalada insoportable porque, a este paso, vamos a tener que alumbrarnos con velas. No hay quien pueda con la factura de cada mes, cada vez más alta.

Entonces va un pobre diablo y denuncia que ocho encapuchados lo reducen en el barrio de Malasaña de Madrid, donde crecen profusamente restaurantes tan originales como especiales y tiendas alternativas de todo lo imaginable, y lo someten a un trato vejatorio en un portal, grabándole a sangre en las nalgas un insulto humillante. El ministro Marlaska echa los pies por alto, recurre al tópico de la derecha y la homofobia, y pone treinta policías a practicar diligencias. ¿Cómo se le habrá quedado el cuerpo ante la confesión del muchacho de las cachas cortadas? Porque el mequetrefe no era más que un masoca al que le pone el tema del dolor y se dejó llevar sin tener en cuenta que no iba a poder disimular los cuernos ante su novio. Pero, erre que erre, el Ministro del Interior insiste en que Madrid es la capital de la homofobia cuando en realidad es el paraíso de la libertad, de la cultura, de la gastronomía, del entretenimiento, donde se disfruta también de la menor presión impositiva de toda España. Eso es lo que es Madrid. Llegará un día en que todo el país podrá ser así, pero de momento tenemos que aguantarnos. Me pregunto ahora qué sanción le impondrá la justicia a este imbécil que ha provocado el revuelo más grande del momento.

Luego está lo del vigésimo aniversario del 11-S, del derrumbe de las Torres Gemelas que marcó un antes y un después en la historia de la paz mundial, un cambio importante en nuestras vidas y en la manera de movernos de un país a otro, de una ciudad a otra. Ya no nos acordamos cómo era viajar sin controlar los líquidos en los aviones, sin descalzarnos, sin quitarnos la chaqueta. Pero quizá eso sea lo de menos. Tampoco se nos borrará la imagen de aquellos dos rascacielos convertidos en cenizas, ni de las personas que se tiraban por la ventana para huir del fuego y del derrumbe. Veinte años ya de aquella visión a la que no dábamos crédito, que nos heló el alma y que nos llenó de miedo, de terror.

CODA. 1) Vuelven las chicas de Sexo en Nueva York pero sin Samantha no será lo mismo. Carrie sigue igual de aspecto pero a Charlotte y a Miranda no le ha favorecido el paso de los años. ¿Qué pasa con sus estilistas? 2) Gabrielle de Mónaco lleva un flequillo que mete miedo. Parece de la Familia Adams. Su mamá Charlene lleva también un corte feísimo. ¿Qué pasa con el peluquero de las Grimaldi? 3) Mi amiga Ainhoa Arteta vuelve a separarse. ¿Qué pasa con sus matrimonios?