Política

Del portaviones a la piragua

“La democracia atiende a razones, no a amenazas; el delito se castiga, no se retribuye”

El turiferario de turno quemó airosamente en la pequeña pantalla su más rendido incienso con el fin de aromar a Pedro Sánchez. Le comparó con Felipe González. Y no, claro que no. Políticamente Felipe González es un portaviones y Pedro Sánchez una piragua. El sabio Adenauer escribió que existen diferencias insalvables «entre la excelencia y la mediocridad».

En un formidable artículo, Félix Ovejero, atónito ante el espectáculo de la mesa de negociación, afirma: «La democracia sometida al ciclo electoral, no está bien pertrechada: las elecciones llegan antes que los resultados, en los años del desierto. Cuando secesionistas o terroristas violentan el orden civil, no es fácil que prosperen los axiomas de la política más digna: que la democracia atiende a razones, nunca a amenazas, y que el delito se castiga, no se retribuye». Coincide Ovejero con el libro de Rogelio Alonso «La derrota del vencedor». El nuevo relato sanchista sobre Cataluña supone el cambio de la ley hasta que el delito deje de serlo para así premiar al delincuente. Félix Ovejero lo explica con admirable sagacidad.

La opinión pública bien informada sabe que la mesa de negociación es una camelancia. Una camelancia porque apenas encubre el propósito real de Pedro Sánchez: ganar tiempo para alcanzar las próximas elecciones generales. El César sanchista tiene claro que necesitará los escaños de ERC si quiere disponer de alguna probabilidad para mantener la mayoría parlamentaria. Y juega con fuego. En los vaivenes de la mesa negociadora, aparte los desdenes y las humillaciones que está ya recibiendo, se puede desencadenar una situación que termine por fragilizar la unidad territorial de España, lo que nos instalaría en una circunstancia política de consecuencias difíciles de prever y de sortear. Sánchez confía en su suerte. Pero la suerte acompaña a los audaces, no a los temerarios. La opinión pública lo sabe. Se apagaron los iniciales fulgores. Allí donde acude Sánchez se producen más pitos y broncas que aplausos. No se le respeta y su situación en las encuestas serias, no en las amañadas, le dejan en precario. Pocas cosas más complicadas que gobernar en alianza con podemitas, comunistas, secesionistas y bilduetarras.