Partido Popular

En el PP son imbéciles

Lo peor de todo es que este fuego no es enemigo, sino más bien amigo

Cuando ayer titulábamos en Okdiario «Sánchez ‘da palmas’ en Moncloa con la guerra del PP en Madrid: ‘¡Se han vuelto locos!’» no exagerábamos un ápice. Era, textualmente, lo que nos había contado un fontanero pata negra de Moncloa próximo, no, lo siguiente, al presidente del Gobierno. Nos trasladaba el razonamiento cartesiano de alguien al que se le puede discutir prácticamente todo pero no su eficaz maquiavelismo y su efectivo trilerismo, amén de un conocimiento superlativo de los entresijos de esa política madrileña en la que echó los dientes y una oculta admiración por ese PP local al que los suyos jamás han logrado derrotar en el siglo XXI. Gallardón, que fue alcalde mientras él no pasaba de ser un edil del montón, suele referirse al personaje en términos muy elocuentes: «Sánchez era el concejal más de derechas del Ayuntamiento de Madrid, incluidos los míos». Por una vez, y sin que sirva de precedente, nuestro primer ministro tiene razón. El PP le metió a él, que no al pobre Gabilondo que no pintaba nada en ese entierro, una tunda de padre y muy señor mío el 4-M. Palizón que cambió la historia. Desde ese fatídico martes nada ha vuelto a ser igual. Las encuestas se dieron la vuelta y desde entonces el PSOE está sistemáticamente a 35 escaños de diferencia por mucho que ese malversador de caudales públicos que es Tezanos hable de goleada sanchista en un CIS cocinado a unos niveles que dejan reducido a Dabiz Muñoz a la condición de experto en comida basura. Casado tiene Moncloa más cerca que nunca, entre otras cosas, porque el todavía presidente ha entrado en eso que los psiquiatras denominan «estrategia del error permanente» y porque los cambios de tendencia política es casi misión imposible revertirlos. Génova 13 disfrutaba hasta hace 10 días del mejor momento desde 2011 y parió la abuela, el abuelo o el abuele. No sé de quién es la culpa de esta pelea de gallos. Intuyo que más de ese deseo del general secretario del PP, Teodoro García Egea, por controlar las territoriales, que de un Miguel Ángel Rodríguez que está a lo suyo, vender la extraordinaria gestión de su «amita», Díaz Ayuso. Tan legítimo es lo uno como lo otro. Aunque tal vez al listísimo García Egea habría que explicarle que tampoco es cuestión de entrar cual elefante en cacharrería en cada una de las autonomías, especialmente en las que gobiernan. También tiene cabreado como una mona a un tipo que es lo más parecido al Hombre Tranquilo de John Wayne: Juanma Moreno. Sea como fuere, tengan razón los unos, esté del lado de los otros, una cosa está clara: el enemigo no está en casa. El adversario se llama PEDRO SÁNCHEZ. A él han de dirigir todas sus fuerzas, todo su talento y todas sus razones, que no son pocas. Griegos y romanos, que por algo son los más grandes imperios de la Antigüedad, tenían meridianamente claro que la estrategia más efectiva en el arte de la guerra consiste en dividir al enemigo. «Divide et impera», que decía Julio César. Lo peor de todo es que este fuego no es enemigo, sino más bien amigo. Basta ya de caballos de Troya en el PP. Esto es como si Colón se hubiera peleado con los Pinzón cuando tenían a tiro de vista San Salvador. Una imbecilidad nivel dios. ¡Basta ya!