Política

Moncloa, tenemos un problema

«El episodio italiano de Puigdemont puede hacer que España quede en ridículo»

Jack Swigert, astronauta del Apolo 13, pronunció, a las 21:03 horas del 13 de abril de 1970, una de esas frases que quedan para la historia: «Houston, tenemos un problema». Más de medio siglo después, también a las 21:00, alguien llamó a la Moncloa y repitió las temidas palabras: «Tenemos un problema». El prófugo Carles Puigdemont había sido detenido en Cerdeña. Hay una orden de búsqueda activa, digan lo que sigan sus abogados, con el polémico Boye al frente, y las autoridades italianas –alertadas o no, ya se sabrá– la ejecutaron. El ex-presidente de la Generalitat, de repente, recuperaba buena parte del protagonismo perdido hacía tiempo y se convertía en una patata caliente, para el Gobierno de Sánchez, pero quizá todavía más para ERC y su sucesor en el Palacio de San Jaume, Pére Aragonés. La detención de Puigdemont –el martirologio suele arrojar réditos– también puede ser un balón de oxígeno para su partido Junts, justo ahora que, según la demoscopia, empieza a ser superado con claridad por sus rivales indepes que lidera el también «mártir» Junqueras.

La detención de Puigdemont, que va a quedar en nada, complicaba las cosas al Gobierno, dijera lo que dijera Sánchez. Una vez puesto en libertad y sin medidas cautelares, todo vuelve a cambiar. Si, además, al final sale airoso –y de momento gana– de la Justicia italiana, los «indepes» volverán a la carga con aquello de que Europa ridiculiza otra vez a España. Si, por el contrario, hubiera una orden de entrega a España, de casi imposible cumplimiento, Junts esgrimiría la manida cantinela de la «represión» española. ERC, en cualquier caso, no tiene más remedio que cerrar filas con sus rivales y todavía socios, a pesar de las diferencias, evidentes, en el Gobierno de la Generalitat. La mesa de diálogo ha estado horas en el alero e incluso el apoyo de ERC –que estaba muy cocinado– a los Presupuestos. Ha sido un susto, pero todo vuelve a despejarse para Sánchez aunque es más que evidente que España, como país, corre un serio peligro de quedar en ridículo. Houston/Moncloa, tenemos un problema, pero quizá ya no.