Economía

«Cómo piensan los ricos»

Insiste en subrayar nuestra radical ignorancia sobre el futuro, lo que resulta muy importante para planificar nuestras inversiones

Los ricos son diferentes a nosotros, dijo Scott Fitzgerald, y supuestamente Hemingway replicó: «sí, tienen más dinero». Creo que esta «boutade» es un error, que la realidad es al revés, y que tenía razón Fitzgerald: los ricos no son como nosotros, y por eso tienen más dinero.

Indagar en esos rasgos especiales de su personalidad ha sido objeto de muchos libros. Uno reciente, y bastante bueno, es el de un financiero y columnista del «Wall Street Journal», Morgan Housel, titulado: «Cómo piensan los ricos. 18 claves imperecederas sobre riqueza y felicidad», que publica Planeta. De entrada, tiene el mérito de despejar grandes falacias del pensamiento políticamente correcto, obsesionado con identificar desigualdad con injusticia e insolidaridad. La realidad es precisamente la contraria. La aplastante mayoría de las personas ricas del mundo han acumulado ellas mismas su fortuna, y lo hicieron en el mercado, pensando en cómo facilitar y mejorar la vida de los demás.

Por añadidura, Housel presenta acertados consejos a la hora de invertir, por ejemplo, tener siempre en consideración el tiempo. Un aspecto fundamental de Warren Buffett es justamente no solo haber invertido bien en promedio y en líneas generales, sino haberlo hecho así durante décadas, beneficiándose él y beneficiando a sus inversores con la potencia multiplicadora del interés compuesto.

Buffett cometió errores, como todo el mundo, porque es imposible no cometerlos, y a esos errores dedica el libro abundantes páginas, jugosas y juiciosas, que revisan desde quienes despilfarraron sus caudales, hasta los que confiaron demasiado en la suerte y el éxito, ignorando que ambos van y vienen.

Morgan Housel es un experto en finanzas conductuales, y se nota en los dardos que lanza sobre la forma en que nos comportamos con respecto al dinero, que a menudo es difícil de entender porque no es fríamente racional, sino que mezcla la inteligencia con las emociones.

Pinta acertados retratos de los grandes empresarios, sus triunfos, pero también sus fracasos, y sus facetas personales. Me encantó en particular el de John D. Rockefeller, uno de los hombres más ricos del mundo, que era llamativamente silencioso y lacónico.

El libro es sensato y prudente, e insiste en subrayar nuestra radical ignorancia sobre el futuro, lo que resulta muy importante para planificar nuestras inversiones, que siempre deben contemplar la posibilidad de que se produzcan acontecimientos imprevistos.