
Elecciones en Extremadura
La estrategia del PP: «Mayoría suficiente» como punto de partida para batir a PSOE y Vox
Arranca la campaña electoral: el PP espera un castigo a la corrupción del hermano de Sánchez

En un punto muy concreto de nuestra España, en este 2025, a las luces de navideñas les ha salido competencia. En las marquesinas, colgando de las farolas o en los murales, hay desde anoche cuatro personas que le disputan el protagonismo al niño Jesús, los Reyes Magos o Papá Noel. Son los candidatos que se presentarán a las elecciones del próximo 21 de diciembre en la región de Extremadura.
«Zona cero de la decadencia sanchista», referenció ayer en un mitin Alberto Núñez Feijóo, en toda una declaración de intenciones. La cita no estaba prevista. Todavía quedaban dos años para agotar la legislatura. Fue una apuesta personal de la presidenta María Guardiola que, oh, milagro, decidió pulsar el botón de las urnas cuando, por segunda vez consecutiva, se confirmó el bloqueo a sus Presupuestos autonómicos.
Primer síntoma de las muchas intenciones con las que el Partido Popular acude a esta cita. La primera, evidenciar la anomalía política de un Pedro Sánchez que sobrevive con unas cuentas aprobadas por otro Gobierno y por otro Parlamento y que se aferra al poder aunque no disponga de una mayoría parlamentaria para gobernar.
No obstante, la estrategia de Guardiola, alineada con Génova, entraña riesgos. Porque compromete a sus colegas de partido. Jorge Azcón, en Aragón, no tendrá fácil explicar que sigue adelante si Vox le tumba el presupuesto. Ni Marga Prohens, en Baleares. Aplicar la coherencia debería llevar a las regiones populares a convocar en caso de que no sean capaces de sacar sus presupuestos.
La segunda intención, pues, es resolver la parálisis con una «mayoría suficiente», prioridad fijada por los populares, tanto a nivel autonómico como nacional. Esto es: que la suma de sus diputados supere a las dos formaciones de la izquierda: PSOE y Podemos. Los datos internos que manejan en la formación a día de hoy alejan la posibilidad de lograr la absoluta. Lo que dejará el futuro de la región, otra vez, en manos de Vox.
Cabe recordar, eso sí, que en las últimas extremeñas el PP no fue primera fuerza: empató en escaños con el PSOE y en votos se quedó ligeramente por detrás. Ahora, se da por sentada la victoria. Una mejoría que, en sí misma, los populares pretenden aprovechar para apuntalar su hegemonía arriba de podio. Y sacar pecho.
En realidad, estas elecciones representan una suerte de punto de partida. En un momento crucial de la legislatura nacional, con la Moncloa acorralada por un sinfín de causas judiciales y perdida un laberinto de apoyos parlamentarios imposibles, cada elección, por muy autonómica que sea, se convertirá en una suerte de plebiscito sobre la continuidad de Sánchez. Le toca a Extremadura cortar la cinta del nuevo ciclo político.
El PP no sólo quiere barrer al PSOE, sacándole una distancia considerable, sino que también pretende arrancar unas cuantas flores de la primavera demoscópica que atraviesa Vox, partido al que algunos gurús, como José Félix Tezanos o su aprendiz, Iván Redondo, por lo que quiera que sea, se han dedicado a engordar en los últimos meses.
Concretamente, sobre el PSOE, la idea de la dirección popular es escenificar un rechazo expreso a la corrupción. Tendrá un peso específico el escándalo que envuelve al candidato Miguel Ángel Gallardo, enjuiciado porque en su etapa como presidente de la Diputación de Badajoz creó el puesto de director de la Oficina de Artes Escénicas para... el hermano de Pedro Sánchez. Los dos se sentarán en el banquillo. Ayer, en un mitin en la localidad de Don Benito, Feijóo habló de pasar página.
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