Presupuestos Generales del Estado

Tregua tensa hasta el hachazo fiscal

Sánchez cree, porque lo ha dicho en su entorno, que su futuro en La Moncloa depende de la economía

Benjamin Franklin es recordado, entre otras muchas, por haber afirmado, según su propia leyenda que «en este mundo solo hay dos cosas seguras, la muerte y los impuestos». No está claro que fuera el primero que lo dijera, porque parece ser que Daniel Defoe se le adelantó, pero eso no cambia el sentido de mensaje. Pedro Sánchez, tras haber alumbrado los Presupuestos con mayor gasto –social y no social– de la historia sabe que se enfrenta, en los próximos años y quizá antes de convocar las siguientes elecciones, a la disyuntiva de reducir gastos –los famosos recortes– o subir impuestos. Los números son los que son y no ofrecen dudas. En el mejor de los casos, según se desprende de las cuentas de María Jesús Montero, en 2022 el déficit superará los 60.000 millones y puede llegar a los 80.000, que pasarán a engrosar el capítulo de la deuda pública, más de 1,4 billones, que pagarán las generaciones futuras e incluso las actuales.

Sánchez cree, porque lo ha dicho en su entorno, que su futuro en La Moncloa depende de la economía. Sostiene, junto con su equipo –Redondo quizá no coincidía– en que el PP ha llegado al poder cuando la economía no iba bien y como remedio, más o menos querido, para enderezar las cosas. Es lo que, sobre todo, ocurrió al final de la época de Zapatero. El inquilino de La Moncloa no quiere tropezar en la misma piedra. Ese es el motivo fundamental para que retrase la reforma –hachazo– fiscal que le piden sus socios de Gobierno, con Yolanda Díaz a la cabeza, y los más radicales de su partido. Sánchez, doctor en Economía, no es un experto fiscal, pero ha oído campanas, y sabe que, como afirma un catedrático de Hacienda Pública, bastante pro-PSOE, «el grueso de lo recaudado debe venir de la clase media, en su concepto más extenso», que incluye a quienes ganan 30.000 euros al año y también a los que perciben un salario de 100.000 e incluso más. Las familias con menos ingresos poco pueden cotizar y los ricos de verdad siempre tienen fórmulas para eludir, al menos en parte, al fisco.

El inquilino de La Moncloa demora por ahora, con la coartada de la Comisión que estudia la reforma, el hachazo fiscal, pero a lo largo de 2022 el tiempo empezará a apremiarle. El tiempo y la Unión Europea, que le obligará a cuadrar las cuentas. María Jesús Montero, ministra de Hacienda, amaga con frecuencia con adelantar subidas de impuestos, pero luego se contiene. El hachazo fiscal a las clases medias, con un añadido de escarnio a los madrileños, está listo y solo depende de cuándo Pedro Sánchez entienda que puede rentabilizarlo más, tanto entre el electorado que coquetea con la izquierda más extrema como entre sus votantes más moderados. Todo un dilema. Por ahora hay una semitregua fiscal, pero terminará, y pronto. Franklin tenía razón, los impuestos son lo único seguro.