Insensateces

Macarrones

Francisco ha sido el Papa de la gente que nunca tiene importancia

El día 3 de enero de 2023 me llegó un mail. Que tiene mucho que ver con este periódico. El día 3 de enero de 2023 estaba yo en casa con un amigo que pasaba unos días conmigo, sin más preocupación que decidir qué comíamos, qué bebíamos y qué íbamos a ver en la tele mientras nos rebozábamos en el sofá como dos señoras mayores. De pronto, consulté mi correo electrónico, esas cosas mecánicas que hacer sin pensar. Y ahí estaba. El remitente era el Vaticano.

El 10 de diciembre de 2022, yo había escrito en La Razón un artículo titulado «Un hombre». Hablaba de una imagen de Francisco, encorvado por el dolor, ante la guerra de Ucrania. A pesar de la firmeza de sus palabras, su columna se había torcido, como si fuera incapaz de soportar el dolor de los niños muertos, de los adultos terriblemente entregados al sin sentido. Aquel perfil del Papa me perforó directamente el corazón.

Aquel 3 de enero de 2023, me escribió Francisco. Me decía que había leído mi columna, que me lo agradecía, que no dejara de pensar en esa gente que sufre, que no lo hiciera a pesar de que el tiempo lo desgasta todo, que rezara por él. Y, al final, una firma chiquita, muy pequeña, con su nombre.

No quiero presumir, no es eso. Lo de hoy es dar testimonio de fe. Aquel correo de Francisco supuso muchas cosas para mí y mi gente. Cuántas veces tienes en la vida tanta suerte como la que tuve yo aquel día, tocada por algo que se te escapa incluso a la razón. Cuántas veces alguien, aunque sea un minuto, alguien tan precioso como este Papa, va a caer en la cuenta de un ser humano que se debate siempre entre el cero y el menos uno. Cuántas veces alguien fue tan afortunada como yo, aquella sobremesa, en la que hicimos macarrones y me los comí con sabor a lágrimas. Cuánta.

Francisco ha sido el Papa de los macarrones, de los fideos de los domingos, del vino de mesa. De los mocos de los niños, del vestido de hace años, del sodero por las casas. Francisco ha sido el Papa de la gente que nunca tiene importancia.