Política
Incertidumbres demoscópicas, certidumbres energéticas
Sánchez intenta recuperar la histórica masa de votantes socialistas y les dice a cada uno lo que quieren oír
Pedro Arriola, el histórico protoasesor de Aznar y Rajoy –el Iván Redondo de aquellas época–, ahora retirado, siempre despreciaba, al menos en público, las encuestas electorales de mitad de legislatura. Argumentaba, más allá de que estuvieran bien o mal hechas, de encargo o no, que solo eran una foto fija de un momento y que el tiempo que faltaba hasta la cita con las urnas podía cambiarlo todo. El propio PP, en donde Arriola tenía legión de detractores, comprobó en sus mismas carnes que el «gurú» no iba desencaminado. Allá por 2002, con Aznar con mayoría absoluta en la Moncloa y bonanza económica, el PP se salía en los sondeos y el PSOE estaba más que hundido. Las elecciones de 2004 se anunciaban casi como un paseo militar para los populares que iba a liderar Rajoy. Luego llegó la matanza del 11-M, que fue determinante, y Zapatero acabó en la Moncloa, aunque también es cierto que la tendencia había cambiado. Ahora, los vaticinios demoscópicos que predicen una victoria del PP –la mayoría–, que podría ser absoluta con los diputados de Vox, y las predicciones del CIS del inefable Tezanos, que anuncian otra victoria del PSOE, solo indicarían una vaga tendencia, que nadie garantiza se mantenga hasta las elecciones. Además, la demoscopia debería prever que solo Pedro Sánchez tiene el botón nuclear de convocar elecciones cuando más le convenga, porque incluso si agota la legislatura tiene margen de maniobra.
El Congreso socialista del fin de semana tenía el objetivo –alcanzado en parte– de insuflar moral en una clientela desorientada, tanto por el centro como por la izquierda. Sánchez intenta recuperar la histórica masa de votantes socialistas y les dice a cada uno lo que quieren oír. A los más centristas les exhibe a Felipe González y les habla de socialdemocracia; a los más radicales, les promete acabar con la reforma laboral. Luego cumplirá lo que quiera o lo que pueda, aunque en el terreno económico –el Congreso socialista ha obviado esos asuntos– todo indica que sigue bastante atado a Podemos, lo que limita su capacidad de acción. Sánchez cree que ha plantado cara a una demoscopia tan adversa –salvo la del CIS– como incierta. Mientras tanto, frente a las dudosas profecías de las encuestas, se impone la certeza de lo que ya empieza a parecer una nueva crisis energética. El gas sigue disparado, pero el petróleo –y todavía son palabras mayores– ya ronda los 80 dólares barril y hay quien lo ve en 100. Incertidumbres demoscópicas y certidumbres energéticas. ¡Ojo!
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