Arnaldo Otegi
El «robado» de Otegi
Otegi, al que Pablo Iglesias denominó nada menos que «hombre de paz», reconoce pero no condena las matanzas etarras en una comparecencia solemne, con atril y traje.
El recuerdo del dolor prevalece frente al propio dolor, si el impacto que sufriste fue muy hondo. El resto de tu vida, inevitablemente, habrá momentos en los que mires atrás y vuelvas a sentir los ecos que aquellos momentos tan amargos. Pensarás a ratos en el ser querido que perdiste y te desgarró con su muerte, le llevarás siempre contigo, hasta la tumba. Y en el caso de que alguien, en algún momento, te traicione por sorpresa y te hiera en lo más profundo, quizá puedas llegar a perdonarle, pero muy difícilmente olvidarás la punzada que sentiste entonces en el corazón. Y ya no le mirarás con ojos de plena confianza.
Escribo esto porque solo han pasado diez años desde que ETA dejó de lado la violencia. Solo una década y, sin embargo, algunos han vuelto a intentar esta semana que los españoles olvidemos, incluso que contribuyamos, con el silencio del que calla y otorga, al blanqueamiento de los herederos de los terroristas. No vale practicar el buenismo con los asesinos, ni dejarles reescribir la Historia a su gusto, con tal de que te mantengan en el poder: vale respetar a las víctimas, por encima de todo. Y respetarlas se traduce, para empezar, en prohibir los homenajes callejeros a etarras salidos de prisión, en cesar inmediatamente a las autoridades que los permitan. Respetar a las víctimas también implica no robarles protagonismo precisamente por estas fechas, en el décimo aniversario de la derrota de ETA. Justo lo contrario de lo que ha hecho Arnaldo Otegi, compareciendo de repente, en el día señalado, para decirnos que reconoce el sufrimiento ajeno y el dolor que no debería haberse producido, como si con esa frase pudiera borrar de la memoria colectiva reciente tantos años oscuros, tantos asesinatos injustos, tanto dolor.
Otegi, al que Pablo Iglesias denominó nada menos que «hombre de paz», reconoce pero no condena las matanzas etarras en una comparecencia solemne, con atril y traje. Y enseguida surgen voces de alabanza y esperanza de otros políticos de la izquierda valorando el gesto, haciendo hincapié en lo que eso supone para la reconciliación de la izquierda abertzale con la Humanidad, invitándonos a los demás a aplaudirle. Poco después, Antena 3 Noticias emite en primicia lo que realmente piensa Otegi y explica ante su militancia solo horas después de su comparecencia oficial. El líder abertzale se desplaza a Eibar y allí, ya con sus vaqueros y su camiseta «freedom» de la mano alzada, debidamente conjuntado para el público de Sortu, verbaliza sus intenciones negociadoras con Madrid: «habrá que apoyar los presupuestos si queremos que salgan a la calle nuestros 200 presos». ¿Nos ha mentido Otegi? De ninguna manera. Ha dado el paso que se le pedía, solo que no contaba con el «robado» de Eibar. Este tiro, menos mal, le ha salido por la culata.
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