Asuntos sociales
Mueren más niños
El progreso no está garantizado. Le sobran calumniadores, parásitos y enemigos. Mueren más niños. Y más que morirán por culpa de los progresofóbicos.
Tienen (relativa) razón los críticos de Steven Pinker. No todo mejora. Bueno, en realidad Pinker no dice eso. La simpleza se la endosan sus enemigos. Los apocalípticos de guardia, del lado zurdo; los pelmazos obsesionados con los valores del Antiguo Régimen, del diestro. Convencidos de que el mundo está mal. Peor. Fatal. Obsesionados con que vamos hacia la extinción y seguros de que hubo un tiempo áureo o pajizo, remoto y glorioso, cuando fuimos los mejores, del que nos alejamos. Bullshit. Lo que sostiene Pinker es que si bien hemos ampliado el perímetro de lo humano y alcanzado logros incontestables en el avance científico, material y moral, también hay reversos tenebrosos, caídas en el lado oscuro, inevitables regresiones. El progreso, lejos de estar garantizado por alguna remota ley patafísica, necesita una pelea diaria. De lo contrario lo que podría mejorar, empeora, y lo malo irá a peor, más feo o enfermo, tonto o violento.
Tomen por caso el nuevo estudio publicado en The Lancet. Donde los investigadores certifican que dos tercios de las muertes en la franja de edad de 10 a 24 años en todo el mundo, el 61%, corresponden a varones. Según adelanta The Guardian, «la brecha de género en las tasas de mortalidad para ese grupo de edad se está ampliando en muchos países». Uno de los autores del estudio, Joseph Ward, del instituto de salud infantil de la University College London, denuncia: «Un alto número de muertes en hombres indica un aumento en la proporción de muertes debido a la violencia, el trauma y el abuso de sustancias, que afectan predominantemente a los hombres jóvenes. Esto refleja una falla en abordar algunas de las principales causas de mortalidad en este grupo de edad». No sólo eso: «Los legisladores están desatendiendo a los jóvenes en el grupo de edad de 10 a 24 años» y mientras que «los programas para abordar las condiciones sociales en las que viven las mujeres jóvenes y el impacto de la violencia contra ellas han sido fundamentales para mejorar la salud de los adolescentes a nivel mundial, los niños se han quedado atrás». Más aún, The Guardian explica que Ward ha acusado a los legisladores de ignorar los riesgos de salud específicos de los niños y jóvenes de sexo masculino y de infrafinanciar los programas de ayuda.
Mintieron quienes sostienen que el mundo es bueno, noble o sagrado y mienten los que mantienen que el mundo no ha progresado o que el mono desnudo es un bicho irracional, dominado por la amígdala, incapaz de prosperar. El progreso avanza peor o descarrila cuando anteponemos la defensa de nuestros prejuicios caiga quién caiga y cueste lo que cueste y, verbigracia, cuando nos negamos a aceptar la naturaleza multifactorial de una violencia que machaca a los más desvalidos. Esos niños, adolescentes, abandonados por unos filántropos de mierda. Gente a la que el sufrimiento ajeno sólo le interesa si favorece sus sesgos. Como piolet para escalar cucañas. Al contemplarlos, delante de los frutos del sectarismo, consecuencia de ver la realidad con anteojeras políticas, comprendes que el progreso no está garantizado. Le sobran calumniadores, parásitos y enemigos. Mueren más niños. Y más que morirán por culpa de los progresofóbicos.
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