Alberto Garzón

La sopita

¿No hubiera sido mejor sacar de ese libro los esnobismos y apostar por lo popular bien combinado hasta que, por fin, caiga el meteorito y nos lleve por delante?

Hablemos del libro de recetas del Ministerio de Consumo que tan buenos raticos cortando trajes nos está proporcionando. Como afirmaría un argentino: digamos todo. El mayor problema que tiene el famoso recetario es que Alberto Garzón no cae bien y no pasa nada por decirlo. El Ministro lleva una trayectoria un tanto paternalista en su departamento (algunos la consideran invasiva) y, tiene a los productores encabronados, a los ganaderos, a los agricultores, a los fabricantes de dulces y pasteles, a los publicistas de bebidas azucaradas y seguramente a varios colectivos más, porque cada vez que toca una tecla sube el pan. Mira, se me olvidaban los panaderos, qué cabeza la mía. Algunas de las medidas que intenta implantar, por cierto, no se las ha sacado de la manga, digamos todo aquí también. Algunas de ellas están avaladas por la Unión Europea, y en algunos países hace tiempo que están en vigor. Seguramente le ha faltado impulsar la nueva regulación en colaboración con la industria a la que trata de convencer de que tiene que ser más saludable, pero esto no es un invento de Garzón. Volviendo al libro de recetas saludables y económicas, yo le veo un problema fundamental: la puñetera necesidad que da la sensación que existe de usar productos modernos, desconocidos hasta el momento en muchas casas españolas y olvidar los productos de proximidad de toda la vida. ¿Por qué hay que llamar kale a la berza? Y si es distinta, ¿por qué hay que usar kale en vez de berza? ¿Es necesario darle bola al ramen (cuyo caldo es de carne y bien concentrado) en vez de a alguna sopita de toda la vida de Dios? ¿Dónde está, por ejemplo, la judía verde? ¿Ha dejado de estar de moda? ¿El poke de pollo estilo Harvard debe pedirlo mi padre en el club de jubilados o es que los jubilados tampoco están incluidos en estas ideas? ¿De verdad el Ras el Hanout es mejor que un ajito picao? ¿Qué hacen los agricultores con todo aquello que ya no está de moda? ¿Cambian sus cultivos, erosionando sus tierras? ¿No hubiera sido mejor sacar de ese libro los esnobismos y apostar por lo popular bien combinado hasta que, por fin, caiga el meteorito y nos lleve por delante?