Memoria histórica

Indigna memoria sanchista

Tras la muerte de Franco, hace ahora exactamente 46 años, y la proclamación de D. Juan Carlos como su sucesor a título de Rey –que los socios de Sánchez quieren quitar por ser un título «franquista»–, en España se puso rumbo a un nuevo régimen político con una Monarquía parlamentaria como forma de Estado. El objetivo claro era conseguir una democracia homologada a las europeas fundadoras de la hoy UE. Desde el comienzo el camino estuvo lleno de obstáculos y dificultades, entre los que el 23-F marcó un punto de inflexión, mientras ETA trataba de impedir la Transición regando de sangre las calles de España, convirtiéndose en la principal enemiga del proyecto democratizador y reconciliador de los sucesores y protagonistas de ambos bandos de la Guerra Civil.

Las Cortes franquistas tomaron la decisión de autodisolverse para hacer posible esa deseada Transición, aprobando la Ley para la Reforma Política que, sometida a referéndum, despejó el camino hacia unas elecciones –constituyentes de facto– celebradas seis meses después, el 15 Junio de 1977. Contando en su seno con ministros franquistas, Carrillo, La Pasionaria y muchos otros representantes y protagonistas de la Guerra Civil y el franquismo, en apenas tres meses aprobaron la Ley de Amnistía, y se puso proa a la Constitución de 1978.

Ahora, mientras Sánchez arenga a los suyos reivindicando nada menos que la socialdemocracia, su Gobierno socialcomunista ha pactado con los sucesores políticos de ETA –a la que nunca han condenado–, con los comunistas actuales y con los separatistas, nada menos que dejar sin efecto esa Ley de Amnistía para juzgar «los crímenes del franquismo». Con este Gobierno y estos personajes y personajillos nunca hubiera sido posible la Transición a la democracia. Lo más grave es que hacen inviable cualquier proyecto realmente nacional y con sentido de Estado. Es un Gobierno constituido sobre los apoyos de quienes promueven el odio y la destrucción de España, y que han encontrado en Sánchez el personaje idóneo para la consecución de sus fines. Los suyos le echaron hace cinco años precisamente para impedirle hacer lo que está haciendo ahora, y actualmente casi todos le siguen, apoyándole en esta penosa andadura.

Como no hay mal que por bien no venga, quizás ese revisionismo histórico sirva para conocer los crímenes del socialismo, del comunismo y del anarquismo durante el periodo 1931-1939. Podríamos empezar con los miles de mártires de la persecución religiosa que ya están beatificados, con investigaciones serias y rigurosas. Luego con el genocidio de Paracuellos de estas fechas de 1936, y también con los asesinatos cometidos por los etarras durante la Transición. Y así hasta que se cansen.