Política

El motero del Banco de España y el peronismo en el Vaticano

La «Evita Perón» gallega y comunista ante un pontífice peronista –es así– que quizá ignora que su visitante está en campaña

Óscar Arce (1973) presume de sus raíces de la comarca burgalesa de Arlanza, una zona con una densidad de población inferior a la de Laponia, como apuntó –a sus instancias– hasta un informe del Banco de España, en donde desde hace tres años ocupa la dirección general de Economía y Estadística. Doctor en Economía por la London School of Economics es, al mismo tiempo, un economista muy respetado dentro y fuera de España, y un motero conspicuo, que no oculta su pasión y que se escapa sobre las dos ruedas siempre que puede. A partir de ahora, quizá sea posible verle también por las carreteras alemanas porque el Banco Central Europeo (BCE) acaba de nombrarle Director General de Economía, uno de los puestos técnicos clave de la institución que preside Christine Lagarde. Un éxito para él, para el Banco de España y para todo el país. Arce se convierte de hecho, en »nuestro tercer hombre» en Fráncfort, sede del BCE, en el que Luis de Guindos es el vicepresidente y número dos y Pablo Hernández de Cos, gobernador del Banco de España, miembro de su Comité Ejecutivo. Para España es importante porque Óscar Arce, al frente de un equipo de más de 120 personas, será el encargado de los análisis y las previsiones sobre la situación económica a partir de las cuales el BCE toma las decisiones. Mantendrá su independencia como siempre, como cuando fue subdirector general en la Oficina de Economía del Presidente (2008-2009), en tiempos de Zapatero, y cuando alumbraba análisis que han incomodado a Pedro Sánchez y a Nadia Calviño. Pero incluso desde esa independencia sus diagnósticos –es inevitable– contemplarán la situación española, igual que comparó Arlanza con Laponia.

Mientras tanto, mucho menos importante, pero más vistosa y popular, es la visita de hoy de la «vice» Yolanda Díaz al Papa Bergoglio. La «Evita Perón» gallega y comunista ante un pontífice peronista –es así– que quizá ignora que su visitante está en campaña, diga lo que diga, y persigue un golpe de efecto, de imagen, al lado del jefe de una Iglesia a la que sus conmilitones persiguen y detestan, pero que puede beneficiarle entre otros posibles votantes más templados. Siempre pendiente de su aspecto, como ella misma ha explicado, en su día por deferencia ante sus clientes, cuando era abogada laboralista, y ahora ante sus representados, habrá que comprobar si respeta el protocolo vaticano y viste de negro riguroso. El motero del Banco de España y el peronismo en el Vaticano.