Política
Sánchez y los ingenuos de ERC
«El auténtico riesgo reside en el independentismo catalán y los bilduetarras»
A Sánchez le gusta el bipartidismo, aunque seguro que preferiría el modelo que había en México en los años gloriosos del PRI donde era el único partido y el resto se convertían en meros figurantes. Otra opción sería que el PP fuera la AP de Fraga durante el felipismo. Es decir, no le gusta compartir el poder ni con Podemos, que son unos pesados, ni con sus incómodos socios parlamentarios que no se someten fácilmente a la voluntad de La Moncloa. A nadie le sorprenderá que estos escenarios que dibujo son los que también le gustarían a Casado. La mayoría absoluta es muy cómoda, pero también cuando se está a pocos escaños de tenerla. En el primer caso, se acostumbra a aplicar el rodillo parlamentario y en el segundo se alcanzan acuerdos, pero la capacidad de chantaje, hay que decirlo con claridad, es escasa por parte de los socios parlamentarios. Sánchez se ha tenido que adaptar, como le sucedió a Rajoy, y abandonar la concepción hegemónica en la izquierda que caracterizaba al PSOE. Otra cosa es que regresará a ella si se va recuperando el bipartidismo imperfecto.
Lo de aguantar a Podemos y sus líos es muy duro, pero sabe que Díaz, Belarra y Montero no se atreverán a romper la cuerda. Nunca hubieran soñado con ser ministras, pero además tienen colocados a centenares de dirigentes de la formación con buenos sueldos, despachos y coches oficiales. No existe pegamento más sólido que el interés. Cuando alguien me pregunta si Garzón puede dejar el ministerio me entra la risa. Nadie le puede cesar. Por tanto, seguirá con sus tonterías. Esta es la parte más incómoda para el presidente del Gobierno, porque el auténtico riesgo reside en el independentismo catalán y los bilduetarras. Podemos centra a Sánchez y se puede aprovechar, además, de la acción gubernamental como socio mayoritario. Las exigencias de ERC resultan un grave problema, porque cualquier cesión a los independentistas le provoca un enorme perjuicio electoral. Por eso, en este juego de trileros que es la política, no quiere la mesa de diálogo y le gustaría aplazarla al próximo milenio. Conociendo a Sánchez creo que se saldrá con la suya y les levantará la camisa a los ingenuos dirigentes de ERC.
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