Política

Cinismo fiscal

Lo que en realidad le importa a Yolanda Díaz es multiplicar el poder del Estado

Cada vez que la izquierda habla sobre la necesidad de subirles los impuestos a los ricos es necesario echarse la mano a la cartera. A la postre, la apelación a la rapiña contra los ricos es sólo la cortina de humo que necesita para distraer la atención de lo que verdaderamente persigue: subirnos los impuestos a todos para acrecentar el tamaño del Estado –es decir, el tamaño de esa maquinaria que maneja a su antojo–. En contra de lo que suele repetirse desde ciertos sectores políticos, no hay forma de financiar un sector público gigantesco sin obligar al conjunto de la ciudadanía a que abone muchos impuestos. Basta con ofrecer unas pocas cifras para que nos demos cuenta de ello. Primero, el gasto público en España oscila, dependiendo del año, entre el 40% y el 45% del PIB: porcentaje que PSOE y Podemos querrían incrementar hasta el 50% o el 55%. Segundo, el porcentaje del PIB controlado por el 1% de españoles más acaudalados asciende al 12,5%; de entre ellos, el 0,1% más pudiente se embolsa alrededor del 5% del PIB; y de ellos, el 0,01% más favorecido se termina quedando con el 0,6%-0,7% del PIB. Es, o debería ser, muy evidente que los ricos no pueden sostener nuestro Estado mastodóntico: aunque les arrebatáramos absolutamente todo lo que ingresan al 1% más rico de españoles, no lograríamos sufragar ni una tercera parte de todo el gasto público actual (y eso que, para entrar en la categoría de 1% más próspero de España, apenas es necesario que un hogar ingrese 56.000 euros anuales). Para sufragar un sector público que cope el 45% o el 50% del PIB se necesita mucho más: y ese «mucho más» nos remite necesariamente a gravar con dureza fiscal al resto de la población. Por eso, cuando Yolanda Díaz apeló hace apenas unos días, en una conferencia conjunta con el economista francés Thomas Piketty, a la necesidad de que su formación política centre su propuesta económica en descargar de impuestos a los trabajadores a costa de sobrecargar con tributos a los «hiperricos», la ministra de Trabajo estaba mintiendo deliberadamente a su auditorio. No sólo porque ella misma es muy consciente de que no cabe una traslación significativa de la carga fiscal de los trabajadores a la carga fiscal de las renta altas, sino porque, además, el mismo día que Yolanda Díaz reclamaba una redistribución de la tributación que beneficie al trabajador, su compañero de Gobierno, José Luis Escrivá, planteaba una modificación del régimen de cotización de los autónomos para obligar a este colectivo de trabajadores a pagar mucho más a la Seguridad Social (como ya se ha explicado sobradamente, un autónomo con ingresos similares a los de un trabajador promedio verá más que duplicada su cuota mensual). Si Yolanda Díaz estuviese tan preocupada como dice estarlo por los muy gravosos impuestos que recaen sobre los obreros, lo primero que hubiese hecho ese día no habría sido proclamar hueramente que su lucha es contra los hiperricos y no contra los trabajadores, sino que le habría exigido a su gobierno que retirara inmediatamente ese proyecto de reforma del régimen de cotización de los autónomos. Pero lo que en realidad le importa a Yolanda Díaz es, por un lado, multiplicar el poder del Estado por cuanto es ella quien aspira a controlarlo; y, por otro, decirle a la población que hará lo contrario de lo que está haciendo por cuanto ella aspira a captar su voto. Cinismo.