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El Rayo y los límites

Deberíamos cuestionarnos, al menos, dónde fijamos los límites. Al final, terminan definiéndonos

Estaba convencida de no tener que escribir esta columna. Esperaba que algo hubiera ocurrido a lo largo de la última semana que justificara olvidar el asunto y, sin embargo, no ha pasado nada. O muy poco. Algunas referencias, sepultadas bajo toneladas informativas, y una dimisión colateral sin apenas repercusión, pero ni rastro de la necesaria y profunda reflexión sobre los hechos. Veámoslos. Se hacen públicos unos mensajes de 2018 del recién estrenado entrenador del Rayo Vallecano femenino en los que animaba a su equipo a «hacer ‘una’ como los de la Arandina» (aquellos jóvenes condenados por abusar de una menor de 15 años) con el objetivo de fomentar el espíritu de grupo. Infame conexión entre delito y camaradería. El técnico en cuestión, Carlos Santiso, pide perdón a través de una carta y regresa a los entrenamientos con las futbolistas sin más consecuencias. ¿Es normal que no las haya? Analicemos. En una sociedad democrática no todos los comportamientos (por deleznables que sean) merecen el reproche del Código Penal y, además, con la inspiración de Concepción Arenal, la reinserción es pieza fundamental del engranaje de la convivencia. No se trata, pues, de organizar un «casus belli» contra quien se ha disculpado (¿cómo medir, por otra parte, la sinceridad de un arrepentimiento ajeno?), sino de la oportunidad de plantearnos el alcance de la transigencia o la permisividad social. ¿Es lícito tolerar la normalización de la violencia en una cuestión tan grave como las agresiones sexuales? ¿Supone una cierta connivencia con la distorsión y frivolización que, según psicólogos y sociólogos, ya sufren los más jóvenes por efecto de las redes? ¿Podemos permitirnos enturbiar y pervertir los valores que atribuimos al deporte? ¿Es asumible que alguien capaz de realizar estos comentarios mantenga su cargo? Aunque, por ahora, no haya respuestas, deberíamos cuestionarnos, al menos, dónde fijamos los límites. Al final, terminan definiéndonos.