Tráfico
La Dirección General de Tráfico
La preocupación básica de la DGT es la seguridad al volante, salvar vidas en la carretera
Hace unos días tuve la oportunidad de visitar el Centro de Gestión de Trafico de Madrid con un guía de excepción, Cristóbal Cremades Rodríguez, Jefe Provincial de Tráfico de Madrid, con muchos años de experiencia a sus espaldas y una larga carrera cubriendo puestos en momentos difíciles. Me impresionaron los medios materiales que vi, pero, sobre todo, la dedicación de funcionarios y personal contratado que los manejan. Pienso que las observaciones de un marino, tan aparentemente alejado de la problemática del tráfico vial, quizás puede ser útil al lector –posiblemente la mayoría– que no haya profundizado en el tema. Así que vamos allá.
El concepto inicial que puede tener un conductor cualquiera sobre la Dirección General de Tráfico (DGT) del Ministerio del Interior es el de un organismo dedicado a multarnos cuando cometemos alguna infracción en carretera, al que culpar si la nieve atasca una autopista y al que de vez en cuando acudimos para sacarnos o renovar el carnet de conducir. Pero la DGT es mucho más que todo eso. Su preocupación básica es otra: la seguridad al volante, salvar vidas en la carretera. Pero si el reducir accidentes se convirtiera en una obsesión extrema podría llegar a tener un impacto económico muy negativo al estrangular el tráfico por carretera de pasajeros y mercancías. El paralelismo con las medidas anti Covid es evidente. Cuando la situación así lo requiere, la seguridad vial –muy unida a la meteorología– lleva a la DGT a regular velocidades, controlar carriles VAO y reversibles en ciertos puentes, y establecer algunos itinerarios alternativos. Y a prestar una atención especial a los accidentes y medidas de auxilio a las personas heridas en ellos. También la DGT informa a los usuarios a través de unos enlaces por radio, TV o internet, bien en directo o a través de las distintas emisoras. Y estas funciones las realiza sobre todas las carreteras salvo aquellas asignadas a las policías locales en los centros urbanos con –la para mí– dolorosa excepción de Cataluña y el País Vasco que tienen transferidas estas competencias.
En España existen ocho Centros de Gestión de Tráfico que reaccionan por propia iniciativa ante las incidencias en sus zonas aunque el de Madrid actúa como coordinador general. Son unos 800 funcionarios, montando guardias permanentemente, los que cubren estos centros y los correspondientes órganos de apoyo administrativo. Los «ojos» de estos Centros son unas 1.700 cámaras, 2.500 estaciones de toma de datos y meteorología y un escuadrón de helicópteros y drones dedicados a vigilar el tráfico. Los centros interactúan con los conductores a través de unos 2.400 paneles de mensajes variables, adicionales a la información radio difundida. Los Centros también pueden enlazar con las fuerzas actuantes en la escena de los accidentes así como coordinarse con los teléfonos de emergencia general y la Unidad Militar de Emergencia cuando específicamente se la activa. El apoyo a las investigaciones judiciales de accidentes –principalmente suministrando grabación de imágenes– es otra de las misiones de los Centros como el visitado por mí.
El brazo ejecutivo de la DGT es la Agrupación de Trafico de la Guardia Civil compuesta por unos 9.000 agentes a las órdenes de un General de División con sede en Madrid. Esta ejemplar unidad –encuadrada también en el Ministerio del Interior– mantiene la doble dependencia típica del Benemérito Instituto y que se remonta a sus origines como Policía rural: hace caso de lo que le indica el alcalde, pero si hay algún inconveniente, el Jefe de puesto recurrirá a su cadena de mando militar. Con Tráfico, ocurre algo parecido: depende funcionalmente de la DGT que cubre sus sueldos, la adquisición, mantenimiento y combustible de sus vehículos y hasta sus uniformes y Escuelas vía su peculiar financiación presupuestaria. Pero mantiene también una cadena de mando militar. Lo único que no cubre esta financiación de la DGT es su armamento y munición. Las funciones básicas de la Agrupación son paralelas, naturalmente, a las de las DGT con algún añadido extra como la escolta de personalidades.
El cúmulo de datos que manejan los ocho Centros de Gestión de Tráfico es actualmente enorme, pero en un futuro inmediato –con el internet de las cosas– será todavía mayor. Posiblemente tengan que recurrir a la Inteligencia artificial para procesarlos, en una dinámica paralela a la del Centro de Operaciones y Vigilancia Marítima de la Armada de Cartagena que mantiene actualizado el tráfico de todos los buques mercantes en el mundo y actúa cuando nuestros intereses se ven comprometidos. Pero el desafío técnico del día a día de estos centros –vial y Armada– es el mismo: descubrir oculto entre una enorme montaña de datos sin interés, unos pocos que son relevantes y nos pueden llegar a afectar. Así que después de todo, la mirada alternativa de un marino ajeno al tráfico vial, quizás pueda ser de interés. Si así ha sido, les propongo se unan a mí en el agradecimiento a estos funcionarios y guardias que no solo ponen multas, sino que velan día y noche por la seguridad en carretera de todos nosotros.
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