Jorge Fernández Díaz
Génova, game over
Mañueco decía ayer que «bastantes problemas tenía con lo suyo», como para «salir a la calle a buscar más». «Lo suyo», como era evidente, es querer formar un gobierno en solitario con 31 diputados –a diez de la mayoría– y además hacerlo «sin ataduras ni chantajes», como dijo Génova en una curiosa definición del concepto que tienen al parecer de la democracia parlamentaria. Pero no ha sido necesario que saliera de casa, ya que el problema les ha estallado en la cara a él y a todo el Partido Popular de la mano de unos dirigentes políticos que han dejado a millones de españoles sumidos en la indignación, la preocupación y el desencanto. Es de dominio público –y publicado– que lo de Ayuso y Casado es un problema de celotipia del dúo al mando en Génova por el éxito de la presidenta madrileña y su evidente tirón entre los votantes del Partido Popular. Por ello y para ello, y con una concepción patrimonialista del partido, han impedido la celebración del Congreso madrileño para que Ayuso no asumiera la presidencia que le pudiera convertir en una alternativa a Casado si a la tercera oportunidad –la próxima– no asumía la presidencia del Gobierno. Pero el detonante final supera lo conocido hasta ahora en España, con Ayuso en rueda de prensa acusando directamente a Casado y a su equipo de espiarla y preparar dossieres acusándola de corrupción. Que Génova dinamite los puentes a su derecha con el socio político necesario para esa alternativa en una situación como la que vivimos con el Gobierno Frankenstein,–situación que demanda una solvente alternativa de centroderecha– y al tiempo provoque esta catástrofe con un gran activo personal del partido, ayuda a entender lo que sucede.
No se puede gobernar un partido como si ganar un Congreso lo convirtiera en un botín de guerra, anteponiendo intereses personales a los de España, y las consecuencias las padecemos ahora. Intereses personales de Génova y Sol, con un enfrentamiento permanente entre ellos durante meses, han estallado con un seísmo político de consecuencias imprevisibles en el electorado de centroderecha y de alcance indefinible ahora en toda su extensión. A cinco meses del Congreso nacional del PP, lo sucedido abre todas las posibilidades, pero lo seguro es que los damnificados principales han sido la alternativa al sanchismo y los millones de españoles que confiaban en ella y la esperaban de la mano del PP como fuerza principal. Si existe un eventual conflicto de intereses de la presidenta madrileña respecto a las actividades profesionales de su hermano, no es ésta la forma de gestionarlo por el PP.
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