Guerra en Ucrania

Putin lo hace

Es la operación militar de mayor envergadura realizada en Europa desde la Segunda Guerra Mundial

Washington se ha anotado un acierto: Sus advertencias de las dos últimas semanas sobre la inminente invasión, dice, se han hecho realidad, como el propio Putin reconoce. Ya ha invadido. Ya ha entrado militarmente, primero un poquito, en las dos provincias rebeldes del ángulo Sureste del país, Luhanks y Donets, que forman la región de Donbáss, de mayoría rusoparlante, donde, desde 2014, ha estado sosteniendo por todos los medios una guerra, incluyendo el envío de «voluntarios», más bien mercenarios, guerra que en ocho años se ha cobrado unas 14.000 vidas, incluido un avión comercial con más de 150 pasajeros. Desde anoche, ya parece que masivamente. Putin no ha dejado de decir que no iba a invadir y cuando ha llegado su momento ha seguido escrupulosamente los trámites legales: su parlamento se lo ha pedido, los independentistas también y él ha solicitado muy constitucionalmente el preceptivo permiso.

En medio de la tragedia, los trámites de Putin rezuman un siniestro sentido del humor que es tomadura de pelo a Occidente. Se toma un desquite y halaga a sus compatriotas. El uno y los otros viven el resentimiento de no ser tratados como merece la hiperpotencia que en realidad son. ¿Qué quiere Putin? Lleva mucho tiempo aireándolo, sin tapujos, a todos los vientos. Quiere recuperar lo que le han arrebatado. El sistema internacional de la guerra fría y la posición que en él disfrutaba la Unión Soviética, en el que se le respetaba su esfera de influencia. Lo mismo que su estado predecesor, quiere introducir una cuña entre USA y Europa y la dispersión de los estados europeos. Quiere la seguridad en sentido ruso. No es simplemente ausencia de amenaza, porque no existe enemistad y se observan las normas. Es la ausencia absoluta de medios para amenazar. La inversión en la relación de fuerzas. Ser capaz de inspirar miedo. También aquí la filología nos proporciona un indicio. Una misma palabra designa el temor y el respeto. Iván Grosni, nuestro Iván el Terrible, es para los rusos Iván el Respetado.

La cuestión era ayer si Putin se limitaría a la anexión de esos territorios del Donbáss y probablemente toda la orilla oriental del Mar Negro, enlazando Rusia con Crimea, anexionada ya en la gran crisis de 2014, amputación territorial que en sí misma ya eran palabras mayores, o si se decidiría a arrollar toda Ucrania o bien, quizás, solo a la mitad oriental, al E del Dnieper, que recorre el país de N a S, pasando por Kiev. Putin ha dicho en todo momento que su gran concentración de fuerzas en las fronteras de Ucrania no era más que unas maniobras militares. Sí. Como ejercicio para preparar la invasión era ideal, de un realismo absoluto. Según la inteligencia americana, los efectivos desplazados alcanzan los ciento noventa mil. Se ha traído medios pesados hasta del Extremo Oriente. Ha llevado a la flota del Mar Negro navíos de las flotas del Báltico, del Norte y del Extremo Oriente. Hasta en los más triviales detalles, dispone de todo lo necesario para llevar a cabo una invasión en toda regla. Los muchos que se la tomaban en serio se basaban precisamente en que nadie hace tal despliegue para que al final no pase nada. Pero ya está pasando.

Es la operación militar de mayor envergadura realizada en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. El ejército ucraniano no va a tener casi nada que hacer. El enemigo, penetrando desde el N, desde Bielorrusia, estaría en la capital en muy pocos días. El cálculo del Pentágono de 50.000 muertos y cinco millones de emigrantes que huirían hacia el Oeste, podría convertirse en realidad. El ejército ucraniano tratará de transformarse en una guerrilla. Con los medios actuales de detección, en campo más o menos abierto, será desbaratada por los ocupantes sin gran esfuerzo. Refugiada en las ciudades podría resistir más, a un terrible precio de devastación.

A la magnitud del desastre corresponde la magnitud de consecuencias. Son éstas las que llevaban a muchos a no creérselo. Tampoco se hubieran tomado en serio la posibilidad de una operación de tal envergadura. Putin es un gran jugador nato y como él algunos otros, Napoleón, por ejemplo. Desconcierta a sus rivales desarrollando movimientos que los demás no imaginaban por inimaginables. Corresponde a la psicología de las percepciones de las potencias de status quo no tomarse en serio el carácter ilimitado de las ambiciones de los que desafían el entero orden existente. Piensan que tamaña ambición sólo busca algunos objetivos muchos menos desatinados. Ese fue el error con Napoleón y con Hitler.