Política
Lo haremos bien
Feijóo se va a concentrar en el Estado central y deja –dentro de lo que cabe– las alianzas locales y autonómicas a los dirigentes territoriales
El nuevo lema del Partido Popular es una promesa: «Lo haremos bien». No sabemos qué concepto del bien tendrán los nuevos, aunque veteranos, dirigentes del PP. Quizás lo más importante sea eso, justamente, aunque también en este supuesto se ofrecen varias interpretaciones. Una es que un PP escocido vuelve, tras una accidentada etapa de transición, a esa vocación tecnocrática tan propia del conservadurismo español. Viene de tiempos de Javier de Burgos, bajo Fernando VII y la Reina Gobernadora Doña María Cristina, y a esta querencia tecnocrática se entregó en cuerpo y alma el PP en tiempos de Rajoy. Una vocación que le lleva a preferir la «gestión» a la «política», no digamos ya a la muy peligrosa, casi satánica, «ideología». Otra posible interpretación, no del todo contradictoria con esta, apunta a que el Partido Popular adoptaría una línea programática aligerada de contenido para ofrecer un pacto al PSOE, una vez agotada la alianza de los socialistas con los antisistema y los antiespañoles. Es una posición inteligente, aunque arriesgada en una situación como lo actual.
La política española ha entrado en una etapa en la que empiezan a ser inaplazables reformas importantes (económicas, administrativas, estructurales…) que ninguno de los dos partidos tradicionales se atreve a poner en marcha, ni siquiera a formular. Empezar a esbozarlas requiere un pacto impensable ahora mismo, pero sobre el que quizás Feijóo esté ya trabajando. Ahora bien, acoplado a la querencia tecnocrática, este proyecto puede conducir a ofrecer un pacto sin programa, a la espera de salvar la situación y ganar tiempo, como los gobiernos de concentración del final de la Monarquía constitucional, hace un siglo. No sería un gran avance. La estatura política de Feijóo no se va a medir en su capacidad para establecer pactos, sino en su capacidad para responder a los gigantescos desafíos que plantea una sociedad cada vez más rígida y más desestructurada, más improductiva, más endeudada y más dependiente de los fondos europeos.
Otra posible interpretación del «Lo haremos bien» se deduce de la nueva situación de la derecha española, con dos partidos: uno de centro, de liberalismo matizado de tecnocracia, y otro de derechas, de liberalismo matizado por una mentalidad conservadora y por la preocupación ante la cuestión nacional. Una novedad ha sido la posición de Feijóo ante el gobierno de Castilla y León. Indica que Feijóo se va a concentrar en el Estado central y deja –dentro de lo que cabe– las alianzas locales y autonómicas a los dirigentes territoriales. El nuevo eslogan insinuaría así que el nuevo equipo se ha fijado como estrategia ir ocupando el poder territorial y local de aquí a las elecciones generales de enero de 2024. No es difícil de imaginar en qué situación se llegaría a enero de ese año con un panorama como el que abrirían pactos, seriamente negociados, transparentes y racionales como el de Castilla y León entre PP y VOX. Se entiende bien la ansiedad manifestada por Sánchez en su intervención tras la cumbre de Versalles, y la obsesión propagandística del socialismo y sus aliados nacionalistas y comunistas. Con una crisis económica que empieza a recordar a la de los años 70, se abre un camino que más vale recorrer con aliados sólidos que no con separatistas alucinados y señoritos altermundialistas.
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