Vladímir Putin
Una guerra que hay que ganar
«No podemos permitir que Putin compre nuestras conciencias o que nos amedrente con sus amenazas»
Las democracias no se pueden permitir la derrota de Ucrania. A estas alturas es evidente que sería una enorme catástrofe en todos los sentidos. Por supuesto, en primer lugar para el sufrido pueblo ucraniano. Hay miles de muertos y se han cometido crímenes de lesa humanidad. La devastación es enorme, pero puede serlo en mayor medida porque el ejército ruso mantiene su estrategia de destrucción masiva. Putin ha atacado a un país que goza de un sistema democrático y que tiene una firme vocación europeísta. El problema es que no quiere que Ucrania sea un país independiente. No se ha conformado con la ocupación de Crimea en 2014, sino que pretende repetir lo que han hecho los comunistas tantas veces en numerosos países del mundo. Lo que hicieron tras la Segunda Guerra Mundial imponiendo dictaduras en los Países del Este. La segunda cuestión es que una victoria rusa envalentonará el delirio expansionista del autócrata del Kremlin. No hay otra opción que la firmeza, aunque provoque una grave crisis económica. Finalmente, el triunfo del eje autoritario y populista alrededor de Rusia y China sería una catástrofe para la libertad y la democracia en el mundo.
Zelenski realizó una clara, contundente y desgarradora intervención ante el Congreso de los Diputados. Las referencias que ha hecho estos días, en los diferentes parlamentos, al Muro de Berlín, los valores de «libertad, igualdad y fraternidad», a Pearl Harbour, al nazismo, Gernika…. deberían movilizar a la UE, la OTAN y Estados Unidos. Es la llamada desesperada de un líder que sufre la destrucción de su país y el asesinato masivo de su población. Es verdad que las consecuencias de incrementar la ayuda a Ucrania son muy duras para la economía europea, pero no podemos permitir que Putin compre nuestras conciencias o que nos amedrente con sus amenazas. Estamos inmersos en una crisis que tiene una evolución muy incierta, pero no hay otra alternativa que endurecer las sanciones y preparar a la población ante el coste que tendrán. La victoria no se consigue con buenas palabras, gestos de cara a la galería y la habitual cobardía de la rica Europa. La única forma de doblegar a Putin y sus aliados es paralizar las relaciones comerciales y cortar el suministro de gas.
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