Santiago Abascal

Abascal contra Zelenski

No se entiende por qué hay gente a la que le moleste tanto cuando que se recuerde el bombardero de Guernica. Ni que la hubieran bombardeado ellos.

Notas del 6 de abril, yo pensaba que no habría nadie que se atreviera a aprovechar políticamente el discurso de Volodimir Zelenski en el Congreso para hacer ideología. Me equivoqué. España es bonita, pero siempre termina por volar en círculos sobre España en la manera en la que este es un país que siempre termina levándolo todo a su miseria, a su peleíta y, en definitiva a sus dos Españas.

Zelenski no contaba con Santiago Abascal, pues ha venido Abascal con el ‘pechopalomo’ a corregirle las palabritas a Zelenski. Le recrimina que cite el horror del bombardeo de Guernica y le apunta que mejor hubiera citado el horror de Paracuellos, donde los republicanos fusilaron a 2.500 personas.

Es bello en el fondo, porque España es ese matiz en el que Abascal, tan profundamente español, no puede evitar la tentación de meterse en el lío y de recordarle a un tipo que habla desde un búnker, un tipo que es el héroe representante de un pueblo heroico, digo, que que mejor hubiera citado Paracuellos porque murieron bla, bla, bla, y matices, matices, matices. En las barricadas de Odessa amontonan sacos terreros y matices, matices, matices. La matanza de Paracuellos fue un crimen imperdonable y quizás no del todo recordado, pero el problema aquí se aparece cuando condenando Guernica, parece que uno aprueba Paracuellos, y viceversa.

En realidad, lo de Guernica está bien traído para hablar de Mariupol. Dos potencias extranjeras totalitarias castigan la población civil de un tercer país para instaurar en él una dictadura. ¿Cuál es el problema? No se entiende por qué hay gente a la que le moleste tanto cuando que se recuerde el bombardero de Guernica. Ni que la hubieran bombardeado ellos.