Coronavirus

El virus del drama

Pocas eventualidades nos van a sorprender, que tenemos ya el cuerpo guapo de alarmas y el alma descarrilada y el cerebro derretido….

Pero, pero… ¡¿Por qué nadie sale ahora al balcón a aplaudir, a tocar los platillos, las cacerolas, las maracas, las panderetas y las cornetas?! ¿Por qué no se declara un día de fiesta nacional (e internacional)?

¡¡Se acaban las restricciones Covid!! Léanlo bien, se acaban (o al menos hasta el próximo susto en forma de lluvia de granizo y fuego, plaga de ranas o langostas, muerte del ganado o de los primogénitos e incluso hasta que el agua se transforme en sangre… Que de catástrofes vamos también servidos.

Pocas eventualidades nos van a sorprender, que tenemos ya el cuerpo guapo de alarmas y el alma descarrilada y el cerebro derretido….

Pero se termina, ¡¡au revoir!! o al menos lo parece, ya saben ustedes que en los países avanzados (y protestantes) ya viven una existencia feliz y primaveral, luciendo sus narices y sus labios con insolencia post covid, y todo por decreto… Los mediterráneos vamos algo a la zaga del asunto, pero a partir del 20 fuera tapabocas en interiores (salvo transportes públicos, centros sanitarios y residencias…)

Pobres colegiales, el sapo que se han comido, con las ventanas abiertas de par en par a las 9 de las mañanas invernales…Pobres oficinistas, médicos, funcionarios, pobres autónomos, pobres restauradores, camareros, chefs, pobres encofradores, criadores de corderos…. pobres enfermos, víctimas y familiares, lo hayan pasado o no, con o sin secuelas. Pobres comercios y negocios enterrados por la pandemia, también, que no sólo se ha cobrado vidas, sino también patrimonios y, todo hay que decirlo, matrimonios y parejas, e incluso amistades… Todos hemos estado algo más tensos irritables y nerviosos, para no estarlo.

Sanidad aconseja _lo de aconsejar es un poema en España_ un uso responsable de la mascarilla en los espacios cerrados, centros comerciales, supermercados, en las tiendas, cines, teatros, conciertos, museos, en bares restaurantes…etc.

Pero ya saben ustedes, amigues míos, que, si a un español le prohíben, obedece, pero si le aconsejan, pasa de todo… ¿Somos personas inmaduras? ¿Funcionamos por el “me pillan no me pillan”?

En cualquier caso, yo siento, quiero sentir, que el chicle covid no se puede estirar más ¿y ustedes? ¿no creen que es para arrojar el sombrero al cielo como lo hicieron los americanos tras la guerra de la secesión y el fin de la esclavitud?

Parece que hemos cumplido, ¿no? Me refiero a nuestra cuota de participación en los libros de historia. Hace tan solo tres años pensábamos que qué rollo de generación sin una guerrita de nada y fíjense ustedes la que nos cayó en nuestras narices…

Por otra parte, para resarcir la perenne sed de dramatismo informativo, la guerra de Ucrania, se ha llevado los titulares del coronavirus, que ha dejado de tener importancia en la prensa y por lo mismo en la agenda de pensamiento de la sociedad.

Anoche le decía a mi hija, que como todos los de su edad es hipernormativa y se tiene la lección bien aprendida (la de las mascarillas por encima de la nariz) y aun lleva bozal por la calle (ay niños, ay adolescentes) que el coronavirus tocaba a su fin. ¡La pandemia se acabó! Hija…. Dentro de pocos días las mascarillas serán historia…

_El padre de mi amiga xxxx tiene covid….

_Bien, tendrá covid, pobrecito, espero que le sea lo más leve posible, pero esto ya no tiene carácter de pandemia hija.

Por cierto, ¿se dan cuenta de que el fin de las restricciones de la pandemia, y concretamente de la mascarilla puede ser un drama para muchos (conozco a más de uno que ha hecho negocio con los tapabocas)? ¿qué harán ahora?

Lo increíble de esto (la verdad es que todo lo que ha pasado en el planeta en los últimos dos años era inconcebible) es que nadie, o casi nadie dice nada. ¿Dónde están los titulares?

Está bien, no ha sido igual que la Ley seca (catorce años de sobriedad imperativa en los Estados Unidos de América) pero tras veintitantos meses de amenaza sanitaria, confinamiento, home schoolling, inestabilidad económica, mascarilla y sobresaltos varios, esperaba más euforia colectiva y una mayor teatralidad, ¡so trozocorchos!

Mi amiga Pilar dice que en España la felicidad no vende, y es cierto, saltamos de un drama a otro, pandemia, volcán en erupción, guerra mundial como un macaco de liana en liana por la selva informativa y emocional. Como si no hubiera buenas noticias, ni parajes de tranquilidad y sosiego. Que los hay. Lo que está fuera de toda controversia es que hemos salido de la pandemia un poco más neuróticos y taraditos. Muchos agradecen lo ocurrido porque ahora _dicen_ se habla de la (falta de) salud mental ¿Somos adictos al drama? ¡Otro drama!