Política
Feijóo, demoscopia y economía
El líder popular ciertamente atisba en el horizonte la presidencia del gobierno
La votación parlamentaria sacada adelante hace días por el ejecutivo de Sánchez en el último minuto y de penalti, a propósito de las medidas anticrisis derivadas de la guerra en Ucrania, vino a brindarle al nuevo Partido Popular de Feijóo toda una liberación en lo relativo a esa eterna disyuntiva en la que suelen encontrarse los partidos de oposición con vocación de gobierno, que les sitúa en el brete entre la responsabilidad y el sentido de estado a la hora de apoyar según qué medidas encaminadas a paliar los efectos de una economía renqueante y la diaria servidumbre frente a la demoscopia, con la permanente y legítima tentación de contemplar a un gobierno incapaz de sacar al país del atolladero y el consiguiente incremento de las expectativas para el relevo en la alternancia de poder. Una liberación propiciada por el pacto entre gobierno y Bildu orillando la mano tendida de los populares para negociar bajadas de impuestos y otras medidas, que de haberse llevado a cabo habría acarreado paradójicamente cosas positivas para los ciudadanos, pero una nueva vuelta de tuerca por parte de la derecha contigua de Vox, que llena la saca de la intención de voto señalando al PP como cómplice de algunas políticas de Sánchez en el contexto del añorado bipartidismo. Ya saben, la «derechita cobarde».
Alberto Núñez Feijóo ha devuelto a su partido a los niveles de hace poco más de un año en los sondeos, dilapidados desde el pasado otoño por los tiros en el pie de la suicida lucha cainita y todavía hoy insuficientes, dado que en una situación como la actual un partido de oposición con auténticas posibilidades no debería bajar del 30 por ciento en intención de voto. Aun así lo cierto es que la tendencia es claramente alcista y con piedra de toque en Andalucía para proyectarse desde San Telmo hacia la Moncloa y aquí la baza principal no es otra que un patente malestar trufado de no pocas incertidumbres en materia económica. El líder popular ciertamente atisba en el horizonte la presidencia del gobierno, pero la situación que acabe heredando puede ser manifiestamente peor que las recibidas por Aznar en el 1996 o Rajoy en 2011 y eso supone el regreso al circulo vicioso de una izquierda dilapidando las joyas de la abuela para dejar la caja con telarañas y la derecha llegando para arreglar el entuerto, eso sí, con impopulares medidas que acaba pagando a mayor gloria del regreso al poder de la izquierda. El bucle.
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