Pedro Sánchez

Lexatin en Moncloa

En las últimas semanas lo único que le ha salido bien a Moncloa es que Bruselas haya ampliado un año más la relajación de las reglas fiscales

Las elecciones andaluzas están desquiciando a Moncloa. La ansiedad y el estrés no son buenos consejeros a la hora de tomar decisiones, y el miedo a un batacazo el 19-J está haciendo que se les amontonen las equivocaciones. En política también hay un momento en el que la suerte se te pone de espaldas y todo lo que haces sólo ayuda a que el cambio de ciclo sea irreversible, sin necesidad de que el contrario acierte en nada. Esto es lo que le está pasando a Pedro Sánchez, aunque todavía no lo quiere o no lo puede ver.

Moncloa da señales de enajenación bajo la presión de unos sondeos que auguran una noche negra al candidato Juan Espadas, tan negra como para que arrastre con él al líder nacional del partido. No hay estrategia, los gurús pasan de fijar su salvación en Villarejo y en la corrupción de hace más de una década del PP a idear un plan en el que creen ver la luz sobre la base de confrontar con Alberto Núñez Feijóo, justamente en la economía. Ignoran a Vox y luego convierten al partido de Santiago Abascal en el eje de su política. Lo uno y lo contrario, y como han entrado en esa secuencia en la que todo lo cuentan a través de su mensajero oficial, la coherencia se les queda en pelotas cada mañana.

En las últimas semanas lo único que le ha salido bien a Moncloa es que Bruselas haya ampliado un año más la relajación de las reglas fiscales. Pero el presidente empieza a tener todos los síntomas de quien ha perdido la percepción de la realidad.

Si escuchase a su partido podría tomar nota de cinco errores que le están encadenando a ese fin de ciclo irreversible. Primero. «No podemos seguir tratando a Feijóo como si fuera Casado». Segundo. «Sin el centro no podemos sostener la coalición, y no es creíble ningún gesto hacia el voto de centro con los espectáculos de cada miércoles en el Congreso». Tercero: «Yolanda Díaz nos está quitando voto, el negocio es redondo». Cuarto. «Los votantes de Ciudadanos prefieren a Vox que a ERC». Y quinto: «ERC y Podemos dan por terminado el partido, y no nos quieren cerca hasta que pasen las elecciones porque nos ven como un lastre».

O actualizan el «Manual de Resistencia» o el presidente seguirá creyendo que al oído le susurran los más listos, pero, cuidado, también los que menos entienden del voto.