Política

Sánchez: ni dimisión ni elecciones anticipadas

«Los andaluces han votado por la moderación de Moreno y en contra de Sánchez y su alianza con secesionistas y bilduetarras»

El 24 de octubre del año 1908, el presidente del Gobierno español, Francisco Silvela, declaró ante el Congreso de los Diputados: «Tened caridad al juzgarme por el único acto del que me considero culpable: el de haber tardado en declarar a mi país que no sirvo para gobernar».

Especularía yo de forma ingenua si pensara que Pedro Sánchez podría sumarse a la certera frase de Silvela y que la repitiera en la próxima sesión del Congreso de los Diputados. «Frente a las debilidades o errores del jefe, no olvidemos que el deber supremo para nosotros es el de soportarle». Este axioma de la lealtad política en el siglo XIX envuelve ahora a los principales colaboradores de Pedro Sánchez. Una parte considerable de los socialistas, incluso algunos de sus asesores más cercanos, opinan que, tras el descomunal descalabro de Andalucía, el presidente del Gobierno debería presentar su dimisión o, en todo caso, anunciar la convocatoria de elecciones anticipadas para octubre próximo. No lo hará. Pedro Sánchez se considera el César y forcejeará todavía un año más para permanecer confortablemente sentado en la silla curul del palacio de la Moncloa, saboreando las mieles del poder y escupiendo las hieles con desdén.

A Pedro Sánchez hay que reconocerle muchas virtudes personales. Emana simpatía, es discreto en el vestir, reservado en las cuestiones de Estado, serio en su vida familiar, honrado en su proceder, hábil en el juego político interno del PSOE… Pero le pierde por un lado la excesiva ambición de poder y, por otro, la incapacidad para gobernar. Toma decisiones con ligereza, sin prever ni negociar las reacciones que pueden provocar. España pagará sus veleidades con los secesionistas, los bilduetarras y la extrema izquierda; los españoles, su ceguera y la de algunos de sus colaboradores en materia económica. La nación bordea ya el precipicio de la deuda y el déficit público que asfixiarán a varias generaciones.

Pedro Sánchez no parece dispuesto a atender la lección de los comicios andaluces. Los olvidará enseguida y rechazará cualquier tentación de dimitir o de convocar elecciones anticipadas. Nadie en su entorno le explicará que los andaluces han votado en favor de Moreno, pero, sobre todo, en contra de lo que Sánchez y el sanchismo representan.