Gobierno de España

Los ciclos

Si este debate en el Congreso de 2022 determina el inicio de un nuevo ciclo, poco más nos queda ya que contener la respiración, a ver cómo son los próximos siete

Leonardo Padura ganó el Premio Princesa de Asturias de las Letras, «La isla mínima» arrasó en los Goya con diez premios y se hallaron los restos de Cervantes en la iglesia madrileña de las Trinitarias; se firmó el Pacto Antiyihadista, el Constitucional suspendió por unanimidad la resolución independentista del Parlament y hubo hasta cinco procesos electorales que incluyeron unas generales. Estábamos en 2015. Aquel año se celebró, además, el último debate sobre el estado de la nación hasta el que acapara nuestra atención esta semana. Y, aunque parecía ya casi relegada a la categoría de reliquia institucional, se recupera la costumbre de tomar el pulso a la política patria y lo hace como si se ajustara a la teoría de los septenios. Esa que elaboró el filósofo austríaco Rudolf Steiner a principios del siglo XX y que clasifica la vida en periodos de siete años: como etapas independientes, dentro de una evolución, que comparten características, cualidades y hasta espíritu común. Y, replicando de manera matemática esa tesis, el debate sobre el estado de la nación se ajusta al guion y el vigesimosexto de la democracia apunta a convertirse en punto de inflexión entre dos ciclos de la vida pública española.

El último de ellos comenzó en 2015 al ritmo de la nueva política marcado por unas ansias transformadoras que pretendían remodelar (cuando no, demoler) instituciones, organismos y leyes, empujado todo por una pulsión ansiosa que nos lanzó a quemar fases a una velocidad incompatible con la reflexión; se caracterizó, además, por el auge, y posterior caída, de líderes y hasta partidos, y se ha visto sorprendido, en su fase final, por una pandemia y una guerra en Europa, con crisis energética, inflación y recesión en ciernes. Y si este debate en el Congreso de 2022 determina el inicio de un nuevo ciclo, como señalan los indicadores demoscópicos y sociales, y teniendo en cuenta la intensidad de los años precedentes, poco más nos queda ya que contener la respiración, a ver cómo son los próximos siete.