Opinión

Víctimas del machismo, del terrorismo y de Mónica Oltra

Esta semana el PSC ha tratado de imponer en Cataluña la equiparación legal entre víctimas de la violencia machista y víctimas del terrorismo. Puede que ya les haya llegado por ahí algún coletazo de propaganda socialista: la idea llevaba «buena intención» en el sentido de pretender que las actuales ayudas e indemnizaciones públicas a las mujeres víctimas de violencia machista, incluso a sus huérfanos en caso de muerte, asciendan significativamente. De unos 5.000 euros a unos 70.000.

Todos sabemos cómo suelen acabar estas «buenas intenciones», mayormente en Cataluña. Cuando te gastas el 90 por ciento de tu presupuesto en propaganda procesista y el 10 por ciento en pipas, poco te queda para Sanidad, Educación... no digamos víctimas de la violencia de género.

Pero eso se arregla reordenando a fondo las prioridades presupuestarias. No metiendo con calzador un supuesto excepcional como es el de las víctimas del terrorismo. Menos viniendo de un partido que ahora mismo pacta con los «hijos de ETA» (Arrimadas dixit) y ha hecho un triste papel en el homenaje a la memoria de Miguel Ángel Blanco.

Si encima tenemos en cuenta que la idea de igualar violencia machista y terrorista ni siquiera es original del PSOE, sino que se le ocurrió a la dimitida exvicepresidenta y exconsejera de Igualdad valenciana Mónica Oltra, creo que por fin nos vamos haciendo una idea cabal de la situación. Hasta Junts y ERC se llevaron las manos a la cabeza esta vez.

Demasiado Frankenstein incluso para ellos. Ciertamente, la contrapropuesta con la que los separatistas catalanes trataban de bloquear el tema distaba y dista mucho de ser satisfactoria. La casa sigue sucia y sin barrer. Pero tampoco hacía falta votar a favor; bastaba abstenerse, como hizo Ciutadans (y solo Ciutadans), para frenar la enésima afrenta a las víctimas del terrorismo por parte del PSC-PSOE.

Lo que toca ahora es volver a poner el contador a cero, sentarse a trabajar, hacer una ley digna para prevenir la violencia de género y para ayudar a repararla. Pero sin atajos, sin insultos y, sobre todo, sin recetas de Mónica Oltra. Non plus Oltra, por favor.