Opinión

El caso Borràs y el caso Banca Catalana

El caso Borrás ha tenido un primer desenlace provisional con la aplicación del Reglamento del Parlamento de Cataluña que establece la incompatibilidad de su situación judicial con la Presidencia de la Cámara. Laura Borrás, actual Presidenta de Junts, versión actual de sus antecesoras formaciones políticas PdDeCat y CDC, ha querido convertir su causa en una persecución política del Estado al independentismo del que ella es ahora una cualificada dirigente. Las circunstancias ya conocidas del caso no han permitido que esa versión cuajara entre los partidos secesionistas ni tampoco a nivel popular entre la ciudadanía. La Mesa del Parlament con los votos del PSC, ERC y la CUP han acordado su cese. En un ejemplo que pone de manifiesto la concepción patrimonialista del país y sus instituciones por parte de un secesionismo exacerbado, la situación creada al negarse a dimitir la hasta ahora presidenta Borrás, que no permite cubrir el vacío de la presidencia, decisión que debilita objetivamente al Parlamento que queda en una situación de interinidad. La Mesa tiene siete miembros, dos por cada una de las tres formaciones mayoritarias – PSC, ERC y Junts– con el restante perteneciente a la CUP, también separatista y de extrema izquierda radical. Así que ha sido una amplia mayoría de cinco votos contra dos, la que ha acordado el relevo, abriendo una crisis en el mundo secesionista de imprevisibles consecuencias. Por un lado está la disputa por el liderazgo en ese espacio político entre ERC y Junts, que forman el Govern de la Generalitat, y por otro la coalición que puede sustituir a la actual entre ellos en un futuro más o menos próximo, y que sería la reedición del Tripartito que ya estuvo al frente de la Generalitat dos legislaturas con Pasqual Maragall y José Montilla de presidentes respectivos, entre 2003 y 2010. Aquel Tripartito lo formaron el PSC, ERC e. ICV (antiguo PSUC) cuyo espacio lo representa ahora los Comunes de Colau, y que debe decidir si se decanta por Yolanda Díaz o por los de Iglesias. Como vemos, el procés no ha sido debidamente digerido por los partidos que lo organizaron, y el caso Borrás lo ha abierto en canal. Ella apeló a las bases militantes anteayer cuando la Mesa se reunía para decidir sobre su caso, y la respuesta fue casi inexistente. La gestión que Borrás ha querido darle a su situación parece inspirada en la de Jordi Pujol en 1984 con el Caso Banca Catalana, cuando una enardecida multitud se congregó desde el «Parc de la Ciutadella» hasta la Plaza de San Jaime. Pero era otro tiempo y sobre todo, Borrás no es Pujol.