Opinión
Los abrazos entre Díaz y Sánchez
El mercado inmobiliario amenaza con una nueva crisis producida por la subida de los tipos de interés y el incremento de los precios de los materiales de construcción, que podría traducirse para el año que viene en una caída de ventas por debajo de las 600.000 viviendas, algo que incidiría negativamente sobre el resto de la economía.
También está en el aire lo que ocurrirá con el gas y la electricidad a partir de septiembre y la inflación puede terminar el año cercana al 9%.
Es decir, el gobierno de coalición lo tiene bastante difícil y, por si todo esto fuera poco, Yolanda Díaz y Podemos están en plena guerra. En realidad, cada uno lucha por su propia supervivencia, los morados no quieren diluirse como un azucarillo en Sumar y Díaz exige la autonomía necesaria para tener fuerza suficiente frente a los intentos de Iglesias de que no llegue a las elecciones.
Si hace unos días conocimos el episodio del cese de Enrique Santiago, líder del PCE y principal puntal de Díaz, ahora, la vicepresidenta ha devuelto el golpe reuniéndose formalmente con Sánchez, con la excusa de discutir las discrepancias con la ley de secretos oficiales.
El encuentro tiene importancia interna. Normalmente Díaz solucionaba las tensiones con el PSOE mediante conversaciones más o menos informales, dejando la mesa de seguimiento para cuestiones de mucho calado, como lo fue la reforma laboral.
Sin embargo, en esta ocasión, la motivación ha sido otra. Yolanda Díaz necesitaba reafirmarse frente a Podemos y nada mejor que sentarse en nombre de los socios de gobierno a negociar con Sánchez.
Por su parte, el líder socialista ha opinado durante los últimos días acerca de la crisis interna que viven la propia Díaz con Podemos. No es habitual, e incluso, podría haber sido considerado de mal gusto opinar públicamente sobre los asuntos internos de un aliado.
Sin embargo, las razones de Sánchez eran otras. Necesita que Díaz llegue a las elecciones en condiciones de obtener un número de escaños suficientes como para compensar la pérdida que previsiblemente tendrá el PSOE.
Pero no se pueden confundir los acercamientos entre Pedro Sánchez y Yolanda Díaz como abrazos, más bien, se agarran uno a otro como dos boxeadores que temen caer al rin.
En cuanto puedan sostenerse por sí mismos intentarán acabar el uno con el otro porque ambos están fabricados con un material muy parecido.
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