Obituario

Canela Fina | Modesto Cano

Su vida se basó en el sentido familiar: buen hijo, generoso padre, excelente marido, extraordinario y tierno abuelo

Fue un buen hijo, un generoso padre, un excelente marido y un extraordinario y tierno abuelo. Todo lo que consiguió en vida se basó en su profundo sentido familiar. Los suyos fueron siempre la voz de su conciencia. El sentimiento religioso impregnó su existencia, entregada al trabajo y al ejercicio responsable de su incansable actividad.

La muerte de Modesto Cano ha dejado consternados a cuantos le conocieron, familiares y amigos que veían en él al consejero ecuánime, al hombre de bien, a la persona moderada y razonadora. Dios le premió con una larga vida, llena de éxitos que se prolongaron en sus hijos y en sus nietos. Estuvo lúcido hasta el final y dio un ejemplo de entereza y rectitud. Siempre equilibrado, siempre ecuánime, siempre leal, ayudó a todos. Hizo el bien sin mirar a quién.

Murió Modesto Cano rodeado de los suyos y por ellos seguirá velando desde el cielo en el que creía y donde descansa en paz. Al funeral oficiado en la iglesia de San Juan de la Cruz, asistió, en pleno mes de agosto, un número elevado de gente, destacados personajes de la cultura, el periodismo, la empresa, las finanzas, el deporte, el teatro... Allí estaban su admirable viuda, su maravillosa hija, Meri, tan inteligente, tan elegante y bella, sus hijos célebres nacional e internacionalmente y sus nietos, que siempre sintieron adoración por el abuelo.

«Feliz el que, al morir, se halló con alas y solo tuvo que mudarse de cielo», escribió Juan Ramón Jiménez. Modesto Cano, que falleció con 96 años, mantuvo la lucidez intelectual hasta el final, disfrutando de una vida plena en el paraíso de una familia ejemplar. Ahora «definitivamente duerme un sueño tranquilo y verdadero», según el poema de Antonio Machado.

Es necesario aceptar la muerte como algo inevitable que a todos concierne. «Pallida mors aequo pulsat pede pauperum tabernas, regumque turres», se lee en una oda de Horacio. «La pálida muerte llama con el mismo pie a las chozas de los pobres, que a los palacios de los reyes». Cano fue un trabajador incansable que se abrió paso en la vida con su esfuerzo. Y si fuera verdad que ni al sol ni a la muerte se pueden mirar fijamente, habrá que recordar la vida plena de Modesto Cano, anclado hoy en la memoria de sus familiares y amigos.