Política

Sánchez-Feijóo, el fin de la historia y el inicio de lo mismo

Hoy, el primer cara a cara parlamentario Sánchez–Feijóo, salvo patinazo improbable y garrafal de uno de los dos, solo es un principio

Tucídides (460-396 A.C.), en su obra, «La guerra del Peloponeso», defiende que «la historia es un incesante volver a empezar». Francis Fukuyama, el americano de origen japonés que se hizo famoso con el artículo, reconvertido en libro de éxito, «El fin de la historia» (1992), está en Madrid para promocionar su último ensayo «El liberalismo y sus desencantos» (Deusto). Los enemigos de todo lo que suena a liberal aplauden que el politólogo, como parece sugerir el título que presenta, haya rectificado. Quizá no hayan tenido tiempo de leerlo con atención. Es cierto que apoya ciertos intervencionismos y que reconoce errores neoliberales, pero también se ratifica en que la «democracia liberal» y «el liberalismo económico», son el único camino para alcanzar el desarrollo y el bienestar y la alternativa a los autoritarismos y al populismo «iliberal», que quizá habría que llamar antiliberal. «El fin de la historia» fue un título brillante, pero Fukuyama nunca dijo que la historia había terminado. Hoy, sin ir más lejos, continúa en el Senado con el duelo, con reglas trucadas, entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo. Isabel II, la reina más reina de todas las reinas, nombra a Liz Truss primera ministra británica. Las bolsas tiemblan por el recorte de la producción de petróleo de la OPEP y porque Putin parece decidido a dejar sin gas a Europa, cautiva de sus errores energéticos y que solo unida doblegará al sátrapa. Yolanda Díaz, que empuja a los sindicatos a la calle, propone «topar» el precio de los alimentos, algo que ya ensayaron –con fracasos estrepitosos– el comunismo soviético y el franquismo de la autarquía. El ministro de agricultura, Luis Planas, ya le ha dicho que es imposible, pero es lo que busca la «vice», poner en apuros al Gobierno. Otra vez lo mismo. El orondo Chesterton (1874-1936) tenía razón: «Uno de los extremos más necesarios y más olvidados de esa novela llamada Historia, es el hecho de que no está acabada». Hoy, el primer cara a cara parlamentario Sánchez–Feijóo, salvo patinazo improbable y garrafal de uno de los dos, solo es un principio. Influirá en el futuro, pero no será decisivo. El líder del PSOE seguirá en la Moncloa y el del PP todavía no ha ganado las elecciones. Ahora lleva ventaja, pero tendrá que bajar del autobús y jugar sus bazas –ha jugado algunas– sin errores notables. Fukuyama no lo sabe, pero en 1982, Luis González Seara, catedrático y ministro en tiempos de Suárez, advertía en su libro «El poder y la palabra» (p.809) del peligro de poner «fin al fin de la historia». Concluía, no obstante, como Tucídides, que «la historia continúa». El inicio de lo mismo.