Rusia
Los riesgos de subcontratar una guerra
«Nadie apoya el uso del arma nuclear y dudo que sea una opción de Putin. Es solo propaganda»
La guerra en Ucrania ha entrado en una fase tan peligrosa como inquietante. Al margen de la retórica belicista y las amenazas occidentales, la escalada bélica puede provocar desastres aún mayores. Estados Unidos ha asumido que será un conflicto muy largo en el tiempo. Por tanto, el coste económico será enorme, ya que tendrá que ser sufragado por Washington y los países europeos. A esto hay que añadir la destrucción del territorio, porque la utilización de un armamento sofisticado y con gran poder provocará, lógicamente, daños cuantiosos. No me olvido, obviamente, del factor más importante que serán los muertos y los heridos. No tenemos cifras veraces, porque la guerra también se dirime en el terreno de la propaganda, algo tan lógico como legítimo. En el caso de creernos los datos que ofrecen los servicios de inteligencia de Estados Unidos y Gran Bretaña, por ejemplo, las pérdidas rusas serían enormes. He de reconocer que soy escéptico, aunque mis simpatías estén con los ucranianos, porque tengo la impresión de que la propaganda aliada persigue, precisamente, ofrecer una imagen favorable de la evolución del conflicto.
Con respecto a Rusia y la opinión de su población, en un país inmenso, es bueno no caer en el optimismo, porque nada indica que el inquilino del Kremlin esté inquieto. No le preocupó en su día la larga guerra en Chechenia y me temo que la situación actual, al no conseguirse una victoria rápida como hubiera representado la caída de Zelenski, le resulta útil en su retórica patriótica. Hay que conocer la Historia de Rusia y sobre todo el alma de un país orgulloso que derrotó a Napoleón y a Hitler. Es bueno tener presente que la lucha contra los alemanes se denomina la Guerra Patriótica. Rusia, convertida desde hace décadas en la principal enemiga de Occidente en películas, series y novelas, está basculando, precisamente, a una concepción imperialista que da la espalda a una Europa que considera que es una marioneta de Estados Unidos. Es todo un enorme despropósito y una tragedia, pero llevo tiempo leyendo o escuchando interpretaciones que muestran una enorme ignorancia de la realidad histórica. Zelenski ha calificado a Putin como una «escoria sedienta de sangre», algo comprensible después de que incorporara las regiones ucranianas, pero siempre es un error despreciar al enemigo. Es un político inteligente y brutal que antepone los intereses de Rusia a cualquier consideración ética o convención internacional. Este tipo de personajes son muy peligrosos. Es un error no entender que llegará hasta el final sin que le tiemble la mano.
Los autócratas cuentan con la ventaja de no tener las limitaciones que existen, afortunadamente, en las democracias. No hay una opinión pública que denuncie las atrocidades que se están cometiendo y los medios de comunicación están al servicio de la retórica imperialista y patriótica. Putin presenta la guerra como una operación para salvar a rusos que estaban siendo oprimidos por Zelenski y su gobierno, que son unos traidores «hermanos» eslavos. Esto le legitima para actuar con brutalidad y anexionarse estos territorios. Una vez más estamos frente al relato. Es un conflicto con muchos frentes y la posible irrupción de la guerra híbrida muestra la fragilidad de la UE. El riesgo es que pueda aumentar la escalada bélica, porque las amenazas de Estados Unidos, la OTAN y la UE le resultan indiferentes. Los considera países débiles que subcontratan la guerra, porque no se atreverían a hacer nada más.
El arma nuclear fue el elemento disuasorio que impidió que no comenzara un nuevo conflicto mundial durante la Guerra Fría. Los dos contendientes cometieron numerosas atrocidades, vulneraron el derecho internacional y vetaron en el Consejo de Seguridad de la ONU las resoluciones que les podían perjudicar. Es bueno que no seamos ingenuos en este terreno, porque los europeos pensamos que nuestra superioridad moral es suficiente para alcanzar la victoria, cuando la realidad es que los regímenes autoritarios nos ven como una vaca que hay que ordeñar. Los aliados de Putin sufrieron el colonialismo y no nos tienen simpatía, aunque creamos lo contrario porque hacemos negocios y somos unos generosos turistas en esos países que conocemos superficialmente. No hay más escuchar a esos politólogos y analistas de Wikipedia que pontifican a partir de unas ideas preconcebidas y que se limitan a repetir machaconamente lugares comunes sobre política internacional. La votación en el Consejo de Seguridad muestra que hay dos bloques, porque las abstenciones de China, Brasil, India y Gabón son muy significativas.
Por supuesto, nadie apoya el uso del arma nuclear y dudo que sea una opción de Putin. Es solo propaganda. El ejército ruso tiene ahora la misión de asegurar esos territorios anexionados, porque se juega el prestigio y la credibilidad de su país. No se puede permitir un nuevo Afganistán, donde también fracasó, por cierto, Estados Unidos y sus aliados. La ventaja es que ahora nos limitamos a financiar a los ucranianos y no se despliegan tropas sobre el terreno. Putin cuenta con la ventaja del apoyo de la población prorrusa y con que será una guerra larga. La opinión pública de las democracias es muy caprichosa, como se vio con Afganistán, por lo que se acabará cansando, desgraciadamente, de un conflicto que será muy largo y costoso. Es un error insistir en la debilidad de Rusia y solo cabe esperar que esa larga duración y coste económico pase factura al inquilino del Kremlin, porque dudo de que se pueda producir, aunque me gustaría, una victoria ucraniana que le permita recuperar los territorios anexionados. No creo que China cambie su alianza, aunque intentemos ver fisuras en determinados gestos, porque la realidad es que nunca ha condenado la actuación de Putin. Por tanto, sigue contando con poderosos aliados que no quieren que Estados Unidos sea la primera potencia mundial y dicte la política internacional.
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